Luego del lenguaje, la fehaciente manifestación de la superioridad humana frente a otras especies es una capacidad ancestral para redactar reglas de autocontrol. Desde el código de Hammurabi, hasta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, nadie discutirá, hoy y nunca, la buena voluntad y el cuidado que implicó su invención; las leyes son suficientes… pero el hombre no se basta.
De ese legal universo infinito, tomo por caso el que rige a los profesores, gremio tocado por Dios en cuanto a la gran cantidad de beneficios individuales y de grupo a que tienen derecho. Para ser más precisa, refiero, por ahora, sólo a las posibilidades de actualización académica.
Las becas viables para docentes abren un abanico interminable de opciones para convertirse en verdaderos profesionales con suficientes posgrados para competir con cualquier homólogo del mundo. Y con todo lo dicho, pensado y publicado los últimos años respecto del gremio magisterial, debemos reconocer el esfuerzo de algunos compañeros quienes han dedicado tiempo y seriedad a su preparación académica, restándose oportunidades de ascenso por no tener oportunidad de hacer una interminable fila buscando promesas sindicales.
Ya listos para salir al mundo con una actualización rutilante, estos profes estampan su humanidad con una ley hecha añicos que los pone en una lista de espera cual si estuvieran en el limbo esperando juicio divino. De entrada, las posibilidades de adquirir algunas horas de los miles de profesores en edad y tiempo para jubilarse disminuyen, pues podría decirles que nada más en una de las escuelas Normales de mi Estado hay 25 profesores comisionados, quienes no trabajan con sus grupos y se niegan a retirarse para dar oportunidad a los recién integrados. Éstos, con todo y sus posgrados demostrables en la práctica, siguen siendo interinos y de "por mientras", recibiendo sus pagos hasta un año después de ejercer horas y horas frente a grupo.
Sucede también que los inexpertos invierten sus ingresos en la preparación académica luego de conseguir una muy ralentizada beca comisión -dejar sus labores para ir a estudiar- y culminan, con justificaciones mil y copias con oficios, sus estudios. Sin embargo, frente a sus narices desfilan algunos ungidos capaces de tramitar estudios en el extranjero librándose de cargas académicas; invierten unos cuantos meses de su vida, en tanto les espera un lecho de rosas sindical con su salario completito.
Han de saber cómo, a menudo, se decide el profesor para un grupo con un volado de águila o sol; si alguien osa proponer una decisión por conocimientos, se perderán amistades para el resto de la vida.
La ley prevé a profesores profesionalizados; sin embargo, no contempló el egoísmo, la corrupción, la deshonestidad y el profundo temor de exhibir ignorancias y realidades académicas en un medio donde se decide el futuro de nuestra sociedad.
Con pena reconozco que los profes andamos con dos: la aspiración moral de ser mejores individuos y la obligada inversión de tiempo en conquistas diplomáticas que nos den la esperanza de una vida económicamente digna; lograr ambas es humanamente imposible. Si fuera profesor ¿cuál elegiría usted?
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