José José cantaba "Amor, amor", quizá el tema más tristísimo en música y letra que haya escuchado su servidora. Sí, sé de "Osito de felpa" o "De alguna manera", sin embargo, la primera, me remite a tanta desolación, que al escucharla quedo toditita arrugada de alma, corazón y vida.
De éstas últimas dos, la primera expone el dolor de un padre cuyo bebe murió; entabla una conversación con el juguete preferido: "Osito de felpa/ yo sé que lo extrañas/ dame tus manitas / yo que fui su padre / tu amigo seré".
En la segunda, el interprete se declara incompetente para dejar pasar un amor, pues desconoce la manera, pero promete aplicarse a ello: "De alguna manera tendré que olvidarte / por mucho que quiera no es fácil, ya sabes / me faltan las fuerzas, ha sido muy tarde / y nada más, y nada más, apenas nada más".
Lo de José José me llega en verdad. Si la escucharon, esa música de fondo, como un viento gélido en ciudad desolada, construye atmósfera como de estar sólo en el mundo. "¿Dónde puede estar/el amor que un día me negó la paz/ cuándo volverá?/ puede que no vuelva nunca más, quizás / puede estar herido / puede estar desfallecido / o quizás esté sentado / a la puerta del pasado".
Ya bien entrados en este tema bohemio, y antes de que alguien afirme haber escuchado la más melancólica melodía, debo decirles que la muerte del amor no resultó en un canto, sino en una noticia del periódico. Hace unos meses, apareció publicada en los medios la muerte de un poete chihuahuense; lo encontraron sin vida a la intemperie, en el frío norteño que da la geografía y el que aporta la soledad.
En verdad nadie lo sabe: ¿Dónde está el amor? ¿Podremos olvidarlo de alguna manera? ¿Quizá se esconda entre lo inanimado? Si alguno de ustedes tiene respuestas, por favor explíquenme también cómo es que se nos están muriendo los poetas.
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