Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Ordenando el caos

MAÑANA CADUCO

Dalia Reyes

Tuve una pésima noche: fui al baño no menos de cinco veces, todo por negarme a tirar la leche que, según el envase, caducaba ayer. Me tomé un litro al hilo, pues no estaba dispuesta a dar al resumidero ningún licuadito compuesto con 13 pesos, el trabajo del repartidor, del lechero, la vaca y como medio litro de agua. La cosa estuvo así: me equivoqué de día, porque este mes tiene 31; creí que al día siguiente empezaba el mes y no habría otra oportunidad de consumirla. La cosa es que las fechas de caducidad nos exigen como si fueran claves de seguridad bancaria.

Yo no recuerdo esos susidios en la casa materna. En realidad, mi madre se enteraba que algo no estaba en buen estado cuando tenía espuma, hervía sin necesidad de fuego, olía tan mal como don Tacho o nosotros teníamos diarrea. Muchos años seguí esos signos de moribundez en los alimentos, con algunos agregados modernos; tampoco comía lo que estaba verde o caminaba sólo.

Atribuyen algunos letrados a las fechas de caducidad otros beneficios más allá de mantenernos sin hongos en la panza: incremento en las ventas de un montón de productos. Mucha razón han de tener, sobre todo cuando te advierten que tú puedes consumir tal o cual producto en fecha posterior a su caducidad, so pena de que amanezcas con seguidillo, erupciones epidérmicas, tumoraciones extrañas en partes insospechadas y hasta la muerte.

No estoy muy segura respecto de a quién le ha afectado más el progreso, si a las cosas o a las personas. Cuando niña, llegaban buenos samaritanos de asociaciones diversas a ofrecernos festejos de buena voluntad que, a menudo, incluían frituras muertas una semana atrás; no hubo ni hospitalizados ni alérgicos en todo ese tiempo.

Sí, dirán los médicos, se han evitado toda clase de enfermedades y propensiones, pero ¿no les parece demasiado? Disculpen si esto suena a remilgo; es que hay cada cosa en la vendimia y la mercadotecnia; ayer mismo me dijeron quién inventó la pirámide alimenticia -sí, la que tiene en el piso amplio a los panes y esas cosas-, pues Bimbo, nada más y nada menos.

A mí me quedan muy bien las mermeladas. Podría hacerles todo un ensayo referente a los recientes descubrimientos sobre las propiedades afrodisíacas de las mezclas hechas con frutas y azúcares, siempre y cuando hayan sido meneadas con palas de madera. ¿Lo sabían? Vamos, qué importa si es verdad o no, la cuestión es mover la economía. Entonces ¿cuántas van a querer?

dreyesvaldes@hotmail.com

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 773094

elsiglo.mx