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Ordenando el caos

GENTE MENOS IMPORTANTE

Dalia Reyes

La primera vez que subí a un avión en el área de primera clase, para entonces ya designado con las siglas del Very Important People, no sabía qué hacer con una toallita húmeda y tibia que la azafata puso en mis manos; tiempo después descubrí su higiénico uso pero en aquella ocasión actué como Shrek cuando se tomó el agua para lavarse las manos y dijo que la sopa está muy rica. La verdad es que mi ascenso a tan reconocido gremio fue una mera equivocación de una secretaria. Entonces, cualquier eventualidad nos puede volver importantes.

Luego fue en un estadio: acabé sentada en flamante palco, asediada, más que atendida, por un camarero instalado detrás de mí todo el tiempo; cuando quise celebrar un gol, le golpeé la barbilla y él se tambaleó como bolo mas nunca despegó los pies del piso. No tienen idea lo mucho que añoré estar en el lugar de la Perra Brava en ese momento.

El asunto del VIP en los cines es una verdadera locura. Además de cobrar el 200 por ciento más que en una sala del común de los mortales, están equipadas con numerosos accesorios realmente innecesarios; las lamparitas por ejemplo. ¿Acaso creen los de estas exclusivas salas que sin esa tenue luz no encontraremos las palomas ni la forma de llevarnos a la boca nuestro hot dog? Deberían darse una vuelta por el resto del cine y se darán cuenta de las muchas habilidades que desarrollamos quienes vamos en penumbras al cine.

Lo más curioso de estas salas son los asientos. Están dispuestos a fin de desintegrar a las familias pues sólo nos dejan estar juntos por parejas. El otro día, como íbamos en paquete de tres, decidimos empalmarnos y así el más pequeño quedó en medio en una muy buena conformación de sándwich. Investigando sobre los botones que tenía el sillón en los brazos, presionamos uno y de pronto se levantó con fuerza el descansa pies lanzándonos las extremidades tan alto que tuvimos que estirar los brazos para evitar que salieran volando. El de en medio, quedó a horcajadas entre un sillón y el otro. A un lado estaba una perilla blanca, misma que nos abstuvimos de girar pues estábamos seguros de que sería algún botón expulsor de asientos que nos sacaría por el tragaluz de la sala.

Decidimos dejar los respaldos reclinados y el resto de la película lo pasamos haciendo abdominales para tratar de mantener la cabeza erguida y ver bien la pantalla. Así, con las piernas extendidas, el cuello intrincado y el bolsillo maltrecho, vivimos "Las Crónicas de Narnia" con traductor simultánea porque nunca nos dijeron que era subtitulada y, por lo tanto, no apta para los que todavía no saben leer de corridito.

No tiene muchos años el uso de las siglas VIP, pero sí la suficiente edad para toparse con ellas por donde andemos: transportes, hoteles, cines, centros nocturnos, restaurantes, estadios y graduaciones de preescolar y primaria. En lo personal, me asusta un poco acceder a esos sitios y prefiero quedarme con los LIP (Less Important People).

Dreyesvaldes@hotmail.com

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