"La carpeta, a la biblioteca". La orden causó sorpresa, hilaridad y desazón; pero yo estaba segura: en ese lugar debía permanecer y sin necesidad de catalogación. Enseguida vino una serie de discursos argumentativos respecto del porqué no cabía tal objeto en semejante espacio; sin embargo, contesté con esta frase final, contundente y seca: "Me extraña que siendo araña…". Y la carpeta está en la biblioteca.
Quedó, finalmente, en un entrepaño del librero, bien visible toda ella: redondita, blanca a pesar de los años, elaborada con detenimiento y afán. Es posible contar los huecos simétricos alrededor del centro y esas orillas apenas combas para sugerir una rotunda flor.
Esa carpeta fue tejida con hilaza blanca por doña Mary -que Dios la tenga montando macizos-; todas sus cadenas son una lectura evidente. Está tan llena de puntos enteros y oblicuos como de mensajes vitales.
Cierta estoy de que ese medio punto, más apretado que los demás, debió haber coincidido con una desesperanza por la lejanía de su hermana gemela, una contracción o la certeza de que su niña enferma moriría.
Los puntos cruzados en el centro, más laxos que el resto, guardan un grito escondido, de ésos coleccionados por las mujeres de antes frente a la estufa de leña. En cambio, las orillas medio circulares están llenas de esperanza. Hay un sueño escrito entre los macizos que ornamentan el área central. Claramente se lee un deseo explícito de felicidad para sus hijos, tejido con soltura y buena ortografía.
La penúltima vuelta, armada en puntos de arroz con dos aumentos, debió suceder una tarde soleada, cuando se compartían historias de señoras; el espacio ligeramente mayor al cerrar la vuelta se tejió en el subibaja repentino de la mecedora, afectada también por la risa sonora y femenina de mujeres campesinas.
No encontré la forma de incluirla en el fichero. Ninguna clasificación considera semejante y tan profundo ejercicio de hermenéutica; tal vez, un día de éstos, la tecnología sea capaz de inventar alguna seña para saber en qué parte de la biblioteca se acomodan las carpetas de doña Mary.
dreyesvaldes@hotmail.com