Mi amiga Lucía nació en Monterrey, fue a Mérida y luego migró por el mundo con un firme propósito: llevar a sus dos hijos al mejor lugar para su crecimiento personal y profesional. Ahora, él cursa un doctorado en Francia; ella, vive en Londres casada con un británico, y Lucía hizo escala para estudiar cómo fue que logró su cometido.
Por otro lado, Sonia duda en aceptar la inclinación artística de su hijo menor, la condiciona a ser un estudio secundario, simultáneo con una carrera en ciencias que le sirva mejor en Alemania, a donde desea enviarlo cuanto antes.
Ambas, tan queridas amigas, enfrentan la encrucijada de una separación que se presenta como necesaria, acaso si desean ofrecer a los muchachos opciones de vida menos riesgosas y más acordes con valores ideales, construidos en la mente de todo papá para conseguir la felicidad de los hijos. La dificultad para alcanzar esta condición en nuestro país es indiscutible.
Estaremos de acuerdo en cómo se multiplican las oportunidades profesionales en otros países para muchachos estudiosos; los mexicanos son bien recibidos si ofrecen inteligencias estimuladas por la necesidad y el deseo de superación. Pero mandarlos a vivir a otro país con tal de "salvarles" el futuro, implica también construirlos en una cultura diferente; en este sentido, al terminar una carrera e, incluso, quedarse a vivir en la nación donde la cursen, deberán volver a presentar su examen final: sobrevivir con todos sus valores aún en nuestro contexto oscurecido.
Podría discutirle a Lucía el elitismo londinense y a Sonia la discriminación teutónica. ¿Ésos son los valores que desean para sus hijos? Entiendo perfectamente su intención y nadie los desconoce: en cada centímetro del mundo hay una tentación frente a la cual somos vulnerables; de este modo, si la final decisión recae en el viaje, todos los padres trabajaremos porque nuestros hijos reafirmen sus valores de manera tal que los lleve consigo sin importar el medio donde se muevan.
Es muy lamentable que, en este tiempo, la primera opción para crecerlos con salud espiritual sea alejarlos de nosotros; no es justa la separación, el temor de no estar prestos físicamente si tienen miedo, están enfermos o se sienten solos; pero creo que empieza a ser necesario a fin de mantenerlos a salvo para que vuelvan a conformar una sociedad renovada en donde la vida en familia sea posible, otra vez. dreyesvaldes@hotmail.com
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