(Caballeros, sólo por esta ocasión hare de su abogada sin devengar honorario alguno)
No la frieguen, muchachas; luego se quejan porque el viejo se pone en huelga, argumentando falta de atención, y ahí van ustedes a darle una retahíla a la cual el pobre hombre apenas símasculló unos cuantos "ruega por nosotros".
Semejante rosario, por si no se han dado cuenta, tiene elementos como los siguientes: ¿acaso no cocino para ti, limpio la casa, lavo la ropa, cuido a los hijos, voy a la tienda por las de harina y los frijoles cocidos? Momento, señoras mías, lamento ser la portadora de pésimas noticias consistentes en hacerles ver que toda esa agenda tan linda y detallada no tiene etiquetado el nombre de su viejo; ahí mismo va el del hijo, la suegra, el perro y el de ustedes mismas, queridas damitas.
Mucho sé cuán fuerte es el sexo masculino, y bien poco necesita de mi ayuda -¿verdad, caballeros? Sin embargo, ellos han tenido la delicadeza de guardarse en el fondo de su pecho, conmiserándose de nosotros, esta verdad contundente: ellos pondrán menos atenciónal nuevoolor a pino lustrado en el piso y más en el llamativo color de una ropa tentadora, puesta, ahora sí,en exclusiva para él.
Vamos a no discutir lo anterior. Si son ustedes capaces de solicitar a sus cónyuges detalles románticos- verbigracia, flores, invitaciones, cariñitos-, él puede decirles que, para ustedes, mantiene el auto en buen estado, baña al perro y va a casa de la suegra los domingos. ¿Verdad que no es suficiente? Tampoco lo es para ellos.
Les explicaré la causa de mi encono derivada en defensa de oficio hacia los hombres. Hoy en la mañana escuché a una oronda mujer afirmar que es abogada, sicóloga, esposa, pero, sobre todo, madre; lo peor de todo es que se dedica a "asesorar" familias para ayudarlos a alcanzar su bienestar. No entiendo muy bien cómo anda en los caminos de la armonía cuando pone en un "hit parade" a quienes viven en su casa, restándole importancia a unos y vaciándola de lleno en otros; es esta una actitud muy común, sobre todo, entre las madres abnegadas, quienes se olvidan que sus maridos siguen vivos aún después de ser papás.
Para eso, amigas mías, somos mujeres: ubicuas en el amor, versátiles en la pasión, hermeneutas de la vida, esposas-madres-hijas-hermanas en una sola palabra, porque debemos ejercer todas las profesiones de forma simultánea. No, ni se quejen, porque cada una de ellas fue elegida por ustedes; ahora sí, vayan a ser madres, por igual, de todo aquello a lo que han dado vida.
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