No estoy pasada de peso, sucede que nací con el sexo equivocado. Recién llegué a esa conclusión, y muchas cosas me pasaron por la cabeza: el IMSS le cambió el niño a mi mamá; me disfrazó el ginecólogo cuando nací, y todo para no aceptar que se había equivocado al identificar el eco, y lo que él vio como varonía era mi mano diciendo que no estaba de acuerdo con su opinión; quizá soy hija de Doña Agustina, la señora de planchar. Vamos, pudieron pasar tantísimas cosas y uno, inocente, sin darse cuenta, hasta que el tiempo saca a flote la verdad.
En este caso, no hay de otra; explicación racional ninguna tengo para que todas las tablas de pesos y medidas me salgan con o bajo 10 kilos a mido 20 centímetros más, a reserva de que use las clasificaciones que acomodan a los varones, y ahí sí podría quedar entre las personas robustas o entre los mastodontes ligeros.
No quito el dedo del renglón: esas tablas las hicieron japoneses o médicos con aspiraciones a modelar Dolce & Gabanna, porque si bien acepto mi rotundez anatómica, no podría andar de pie con esos requisitos; además, nadie sabría si voy de frente o para atrás, porque cualquier curvatura quedaría en el olvido de la perfección teórica. Digamos que si respeto estatura y kilos, quedaría como chica íntima después del photoshop.
Los nutriólogos mexicanos debieran tener un poco de compasión y un mucho de realidad al reconocer que las posibilidades de una mujer común -sin referirnos a Anahí- están muy alejadas de alcanzar los tamaños anunciados en sus cuadernillos, y que sobrepasarlos con ligereza no nos hace enfermas ni alcanzarlos, saludables. ¿Acaso no estamos viendo cómo México tiene un gran problema de obesidad infantil pero, al mismo tiempo otro más grande de desnutrición?
Cuando hice el descubrimiento, cayó sobre mí una serie de dudas, pero me dejó en claro que sí puedo ser humana con mis dimensiones, bueno, después de la cirugía plástica a la cual ya me inscribí como candidata, y obtener así un doble beneficio: no tendré que depilarme y entraré en la clasificación homo sapiens aceptada en mi país.
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