Nos llevó siglos encontrar la forma de organizarnos y ahora descubrimos que nuestro estado ideal es el desorden porque se establece como sinónimo que anuncia el cambio y, tal parece, que la estabilidad nos asusta. Santa Entropía pudiera ser el resultado de esta interacción que algunos consideran de lujo y otros le temen.
Sé de cierto que las cosas no cambian, cambiamos nosotros y nuestra percepción es diferente: el objeto, la circunstancia, ha estado ahí siempre, nosotros no, estábamos, pero éramos otros porque a cada rato somos algo diferente. Esa reorganización interior-exterior-interior es una revolución, no una revuelta, como lo distingue Octavio Paz.
Ahora el objeto de nuestra pasión se llama virtualidad, es un gran saco lleno de información, comunicación, conocimiento, todo circulando frente a nosotros y, lo mejor, nos da la oportunidad de meter la mano en el momento que deseemos y, más aún, transformarla.
La humanidad siempre cree que está en un nivel superior que la generación previa porque confundimos lo nuevo con lo mejor, esto en el sentido de comodidad como sinónimo de inacción, pues cuando Platón se refería a la felicidad como estado ideal del hombre no escribió con precisión cuáles eran las características de ésta, tal vez porque a cada uno le place algo diferente.
Lo cierto es que lo anterior ha dado pie a un fenómeno que, quizá dentro de mi desconocimiento de la historia, me parece original: estamos siendo invitados al bautizo de nuestra era, es decir, justo ahora que patalea como recién nacida, la cibercultura se marca una época vigente, no estamos nombrando a la época inmediata pasada, ya curados del asombro, sin que hoy mismo sabemos cómo nos llamamos.
El origen de esta cultura algunos la establecen desde la inmanente necesidad del hombre por apropiarse de algo y la tecnología viene a convertirse en extensión de sus manos acaparadoras, algunos lo han llamado incluso perversión. El caso es que está aquí y no podemos evadirla, somos cibernatuas de la cibercultura que plantea la existencia cyborgs y ciberbiones.
Y usted ¿qué ciber está haciendo por la cultura?
dreyesvaldes@hotmail.com
