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ORDENANDO EL CAOS

TIENE HUESOS GRANDES

Dalia Reyes

Las glorias son personales -también las que van con G mayúscula y las fabricadas en Bustamante, Nuevo León-. Comparto la idea festiva de aplaudir el logro tras el esfuerzo, pero en el tema deportivo, quizá México se haya quedado a dormir en la hamaca de "lo importante es competir".

Es probable que haya encontrado, señoras y señores, la razón por la cual nuestro país quedó en el lugar 199 -de 204- en el medallero olímpico este año. Por favor, sonido trompetil para la aseveración siguiente: es por los huesos chiquitos.

Caramba, hombres y mujeres de poca fe, no poca razón acude a mi dicho, cuantimás si tengo en mi casa las canillas del debilucho; me refiero, ahora, a mi vástago inerme cuyas aspiraciones fueron más allá de sus posibilidades físicas y del proyecto deportivo en esta nación.

Fui, el otro día, a buscar un sitio en donde este hijo de esta madre pudiera sistematizar sus tiros con arco y dejara de usar cuanto palo encuentra a su paso para hacer las veces de Robin Hood, y yo suspender el riesgo de pararme con una manzana en la cabeza. Encontré la escuela, y bien que sí, dicen los cubanos, pero no la enseñanza: antes de saber si el chiquillo tenía dotes para el lanzamiento él fue lanzado al conocer su edad; con ello, el diagnóstico fue "tiene los huesos muy chiquitos".

Asombroso el rápido análisis hecho por el entrenador, y más lo fue descubrir que los países líderes en deportes están cometiendo un error al entrenar a pequeños soñadores para, en un futuro, tener grandes medallistas. ¡Hombre, le dije a Obama, espera a que tus nadadores tengan huesos fuertes para meterlos a la alberca!

Desconozco el tiempo preciso para ejercitarse en un deporte y alcanzar niveles sobresalientes de calidad, sin embargo, difiero del entrenador que calificó sólo los huesos -como verle los dientes a un caballo-, porque antes de tener suficiente fuerza, todos los niños debieran contar con suficiente motivación, y ésa se ejercita del tamaño que uno esté.

No tengo la menor idea sobre la capacidad para el tiro con arco que exista en mi retoño -la evidencia son dos puertas agujeradas y nada más-, pero estoy cierta de que muchos otros con talentos evidentes para quien los quiera ver, andan por ahí esperando a endurecer los huesos para empezar una carrera fugaz, pues es muy probable que cuando regrese ya tenga los huesos y la emoción demasiado endurecidos.

No quise preguntar sobre mis posibilidades, animada como estuve después de ver Valiente en el cine; pensé que me contestaría: "no, usted ya tiene los huesos demasiado grandes".

dreyesvaldes@hotmail.com

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