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ORDENANDO EL CAOS

RECICLEN SUS NARICES

Dalia Reyes

Ayer pasé toda la mañana tratando de entender el interlocutor previsto en los canales para señoras, esos en donde todo es "facilísimo", "baratísimo" y muy mono, hasta el conductor, persona entre hongo y caballero que nunca llega a ser "guapísimo" porque, si así fuera, estuviese en E Entertainment Latino.

No, en estos aparecen, primordialmente, mujeres. Son guapas, aunque no demasiado, quizá para no apabullar a la televidente ni despertar sospechas si al marido le interesa el pastel con rosas de glasé que construye la conductora. Están bien presentadas, pero tampoco parecen inalcanzables, creo con la finalidad de convencernos de esa cansada frase: si yo lo pude hacer, tú también.

¿Ah, sí? Pues entonces que me expliquen en dónde voy a encontrar las chapas torneadas y esmeriladas, bañadas en color cobre con pátina avejentada que, seguramente, tenemos por ahí guardadas. ¡Por Dios, quién tiene eso en casa, así como conservar un botón que podríamos necesitar en el futuro!

Además de suponer que alguien puede guardar una crinolina verde limón con doble vuelta en tul carnaval, todavía se atreven a orientarnos sobre lo importante que es reciclar las cosas atestadas en el clóset del olvido.

Entiendo que minimizar la complejidad de las manualidades sugeridas es una estrategia para mantenernos sujetas al mismo canal, pero están ignorando una parte "importantísima": nuestra tolerancia a la frustración tiene un límite, señoras y hombre de la tele. Nada más esta semana me abstuve de fabricar una lámpara, decorar la pared del comedor, cocinar chiles rellenos de marisco y tapizar la lavandería; claro, todo por mi necedad de no tener una cornamenta de venado guardada en el armario, carecer de 25 espejos redondos sobrantes de algún otro trabajo, no guardar en mi alacena una lata de langostas agridulces, ni contar con 435 pedazos de papel tapiz que me hubiesen quedado de otra monería.

Para empezar, los venados están casi extintos acá, no tengo armario, no suelo enlatar langostas con limón, y si me sobra medio millar de papeles cuando voy a tapizar es que soy un verdadero fracaso reparando mi casa.

Les juro que trato de encontrar sentido y parecer simpática ante la chica que, buenamente, da sus consejos de cómo esmerilar un vidrio con quién sabe qué herramienta, muy fácil de conseguir en cualquier tienda en donde vendan esa clase de herramientas para esmerilar esa clase de vidrios… pero no puedo. Empiezo a sentir un calor en el abdomen, me sube hasta la coronilla y siempre termino tomando el control remoto y veo, por enésima vez, un capítulo de The Big Bang Theory.

dreyesvaldes@hotmail.com

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