La tía Toña decía: cuando tú vas por la leche yo ya vengo con cuajada. Adaptada la frase sapientísima, pudiéramos ahora decir que cuando los adultos venimos con la fórmula láctea los jóvenes ya regresan con manchego.
No es difícil adivinar el sarcasmo en el dicho de mi tía, dirigido hacia quienes suponen dominar el pecado, la palabra y la omisión de los demás, siendo que los otros los sobrepasan en astucia. Creo, con fervor, es el caso de los adolescentes mexicanos y sus mentores.
Dos ejemplos pondré, allegados a mí por la experiencia docente con chicos entre discutibles y sorprendentes. El primero: los jóvenes no leen; el segundo, los muchachos no se hacen responsables.
Si usted es de la pléyade de profes y papás que sucumbieron a la frustración y dan por hecho el analfabetismo funcional en sus alumnos e hijos, lamento evidenciar su equivocación: ellos sí leen, pero no lo que ustedes quieren. ¡Cómo así, Marce!
Válgales Dios, señoras y señores, si ustedes supieran lo que nuestros adolescentes están leyendo, tal vez nos daría más preocupación de la existente o un poquito de pena, pues su iniciativa los lleva mucho más allá de lo pensado. Baste con preguntar, sin prejuicio, sobre las letras que bailan en sus mentes y ellos harán un análisis semiótico de cualquier anuncio de preservativos en la tv.
El segundo asunto, cuando lo conocí, me dio más contento que otra cosa. Reunidos en un salón para conocer los intríngulis del Face Book y sus riesgos, el expositor hizo una pregunta para saber si entendieron su perorata de media hora sobre los farsantes cibernéticos. Ellos, en coro, dijeron que sí, todo eso ellos lo conocían como "Muros vemos, inbox no sabemos".
Si cabe la duda es porque conocen la posibilidad y no se saben exentos. Maliciar a cualquier contacto en las redes sociales de las que son usuarios es el primer paso para reducir los riesgos de tantas formas abusivas en contra de muchachos y muchachas.
Al terminar la charla me acerqué con ellos y me explicaron las mil y una formas de bloquear contactos, notificar sus bajas o pasar desapercibida la suspensión; ver sus notificaciones siempre, a veces o nunca; identificar el lenguajedel otro para saber la edad posible a través de frases clave para ellos; es más, pueden distinguir el estilo de ser joven en donde milita.
Sí, señor, ellos están leyendo y se quieren más de lo imaginado, el asunto es acercarnos a ellos sin la armadura del prejuicio sólo porque nos parecen incapaces de lo que nosotros ni siquiera conocemos bien a bien.
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