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ORDENANDO EL CAOS

CHABELO Y YO

Dalia Reyes

Los bubble gummers son livianos, tienen control de temperatura, diseño anatómico y gran flexibilidad pero, sobre todo, son el lazo más estrecho entren una madre y su hijo. ¿Qué tal? Quizá me contraten como publicista para la marca de "los zapatitos más chavitos", conocida por todos a través de "En familia, con Chabelo".

Ahí estaban las mamás sacadas del público. Los chiquillos les eran arrancados de sus brazos para calzarles modernos y olorosos modelos de los bubble gummers a fin de que desfilaran tras de una mampara que sólo dejaba ver sus chamorritos inocentes. Ellas no parecían muy apuradas: sin pena cual ninguna veían pasar los bonitos pares de piernas y, con soltura, señalaban al vástago correspondiente con fallas mínimas e intercambios insignificantes.

Los premios consistían en televisores, lavadoras o estufas porque, al fin y al cabo, el trabajo lo había hecho la sacrosanta madre que en esa pequeña multitud no perdió al hijo… aunque considero que así hubiesen andado los chiquillos en traje de Adán, estas mujeres, con los ojos cerrados, hubiesen podido dar con el chavito correcto. ¿Cómo pasa esto?

Es un rezago animal que se ha salvado de nuestra humanización: nos atraemos a través de olores, pero no del Chanel No. 5 ni Siete machos, sino de ese aroma irrepetible que despedimos todas las personas, bañados o no, y otros lo tienen registrado en el subconsciente y, a veces, muy en el inconsciente, porque dicen quienes saben que ése es motivo de muchos actos de apasionamiento. Esto responde a muchas cosas, sobre todo la eterna pregunta que se hacen muchos envidiosos caballeros cuando ven a una chica guapísima de la mano de un feo, fuerte y formal. Bueno, señores, quizá estén viendo al novio y no lo califiquen bien, pero eso es porque no lo han olido.

También sucederá entre las parejas esa empatía aromática; sin embargo, entre madre e hijo se trata de una conexión irrompible, razón por la cual son capaces de reconocer a sus descendientes así hayan pasado lustros -aunque en las telenovelas los encuentran siempre porque 15 años después trabajan de cerillos en un súper y les causan mucha ternura- y no hay prueba de ADN capaz de refutarlas.

También el descendiente reconocerá a su progenitora, así no pueda explicarse por qué la atracción. De esta forma, a menudo no nos explicamos rechazo o empatía hacia quien apenas conocemos, aunque no tengan bubble gummers o sean otra clase hijos.

dreyesvaldes@hotmail.com

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