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ORDENANDO EL CAOS

LA PATENTE DEL MILAGRO

Dalia Reyes

Seguro la patente del milagro la tiene una dama: todas las maravillas del mundo caben en el termo de una mujer.

Contra el sobrepeso, la depresión, el deslizamiento o la insatisfacción; para combatir la pereza, evitar la albúmina, alejar el dolor de cabeza, alinear la espalda, resistir la semana, sobrevivir a la rutina, todo eso, y mucho más, está enfrascado en una fórmula cuyo vehículo mejor es una mano femenina.

Semejante maravilla puede presentarse en polvo, sólida, líquida, gaseosa o coloidal; viene en blanco y negro o a colores. En el principio de los tiempos su apariencia fue algo comestible, pero hoy por hoy, entre más viscosa es mejor, porque implica sacrificio el ingerir esta poción, y cualquier elíxir adjudicado entre el sacrificio, por lo menos entre las mexicanas, parece surtir mejor efecto. "No pain no gain"

Azul, rosa, negro, café chocolate y café café; sabor mora azul, naranja-toronja y bambú oriental, tan puro y natural que, si se destilara, presentaría rastros orinales de bebé Panda.

La mujer poseedora de tal patente debe de ser, además, japonesa: nadie más haría caber en un espacio de 450 mililitros tanta promesa de efectividad; tal portabilidad, inigualable y variadísimo diseño.

Además, será una empresaria exitosa, de otra forma, si no, pudiera estar tan al día con la creatividad; nada más hoy en la mañana vi cómo una jovencita viajaba con la bolsa completa de la pócima embutida en ese recipiente tan exquisito.

Las señoras acuden con su potingue a cualquier sitio; beben de él en público a manera de aclarar su determinante postura de ser eternas, bellas para siempre y saludables de por vida. A cada trago, así consista de un mejunje más parecido al lodo que a otra cosa, sonríen satisfechas de ver cuánto milagro obra en ellas, y tan rápido.

Creo y pienso lo siguiente: el cilindro ha sido el mejor invento de nuestra era para la vanidad femenina: caben ahí tantas esperanzas, deseos, empeños, decretos y sueños, presentados de forma tan diversa que muy bien representa el género entero y sus variadas etapas en lo diacrónico y estatus en lo sincrónico.

¡Vieran ustedes cuánto las féminas son capaces de encerrar en ese envase su pasado, presente y futuro sin ninguna dificultad, pero sí con bastante misterio! Se atesora ahí el consejo de la amiga, la receta de familia, el horror de la enemiga y la mejor receta de un doctor quien, dicen, es tan maravilloso como desconocido.

dreyesvaldes@hotmail.com

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