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ORDENANDO EL CAOS

ME PAREZCO A LAS KARDASHIAN

Dalia Reyes

Hoy lo descubrí: me parezco a las Kardashian. Sí, a Kourtney… sin maquillaje. Sí, señor, antes de la liposucción. Pero no es esto ensueño ni fantasía: en verdad os lo digo, y también podría jurar que ustedes, si se fijan bien, son idénticos a Pierce Brosnan, Jennifer López o Vicente Fernández, es cuestión de observar con cuidado.

No hace mucho tiempo, cuando los paparazzi se multiplicaron y a las estrellas de Hollywood poco les importó el glamur, dejaron ver una realidad insospechada. Fue algo así como descubrir que Benito Juárez hacía pipí o que a Chepina Peralta se le iba la sal.

Debemos considerar, además, los equipos tan modernos, potentes, aparatosos y precisos que se cargan ahora estos fulanos y fulanas cuya fama, a menudo, rebasa la de sus fotografiados. Con ellos cargados al hombro, son capaces de atravesar las paredes, cual mirada de Súperman, para conocer las más desmaquilladas intimidades de los artistas en el mundo. Aunque hay que considerar cómo a muchas estrellas, después de cierta edad, lo mismo les da aparecer en cueros que con faja.

El asunto es que los famosos son como esas novias guapísimas quienes en la noche de boda desaparecen tras sus agregados, postizos y maquillajes, porque más que "arreglados", los de la farándula están siempre caracterizados para hacer algo por encargo, de ahí que cuando los vemos al natural nos sorprenden o nos dan un susto.

Ahora me darán la razón: cualesquiera de nosotros y nosotras podríamos parecernos a Pitt o a la Jolie, y estoy diciendo en vivo, porque ya en fotografía, photoshop de por medio, haríamos la maravilla de Christina Aguilera para bajar 30 kilos en un "flash".

No iré tan lejos al hablar de enmascarados, si entre nuestros personajes públicos nacionales también hay casos de embellecimiento extremo y reconocido, pero en dudosa circunstancia tras la base, el corrector, el blush, la sombra, el polvo, el delineador, en fin.

El otro día recordé la anécdota contada por doña Andrea, poco agraciada esposa de un conocido panadero, a quien la viruela le dejó severas marcas en la cara. Una noche ella escuchó ruidos dentro de la casa y asomó para saber quién andaba ahí: era un ladrón -que seguro murió de infarto esa noche- pues la señora estaba no sólo sin maquillaje, sino con mascarilla de aguacate, gorro de dormir y un camisón blanco de ésas que usaban en las películas del Santo las mujeres recatadas. Andrea dijo que lo había perseguido hasta la calle y una cuadra completita mientras él gritaba a voz en cuello: "¡Virgen Santa!".

Más o menos así la realidad vivida noche a noche nuestros admirados personajes del cine y de la tele. Ya lo ven, señores, ni el marido de Paty Navidad la pasa bien y yo sí me parezco a las Kardashian.

  dreyesvaldes@hotmail.com

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