Por demás penoso, vergonzoso y bajo un pésimo manejo legal y político ha resultado el incidente de Tres Marías, en el estado de Morelos, en donde dos agente norteamericanos y un oficial de la Marina mexicana fueron atacados por agentes de la Policía Federal.
Desde que ocurrieron los hechos, el viernes 24 de agosto, imperó la confusión y el desconcierto.
Ese día las autoridades mexicanas difundieron información vaga e incompleta mientras que la Embajada de Estados Unidos denunció que los funcionarios de su país, quienes viajaban en una camioneta con placas diplomáticas, habían sido víctimas de una emboscada.
De ahí en adelante las contradicciones, imprecisiones y desmentidos han sido el pan de cada día.
Se habló primero que el vehículo oficial no obedeció la señal de alto en un retén de federales y que por ello se originó la persecución y el tiroteo.
Posteriormente aclararon que los agentes federales viajaban en vehículos particulares, pero eso sí venían "debidamente uniformados". ¿Usted detendría su vehículo si encuentra en medio camino a hombres armados a bordo de autos privados con supuestos uniformes de federales?
Ha transcurrido casi una semana de este trágico suceso y todavía es hora que ni mexicanos ni norteamericanos tenemos una versión oficial creíble y confiable.
Doce policías federales fueron arraigados y de acuerdo al presidente Felipe Calderón se llevará a cabo una investigación profunda para aplicar la ley hasta sus últimas consecuencias.
Pero mientras las palabras y la demagogia oficial va y viene, los dos agentes norteamericanos que resultaron heridos de bala, optaron por abandonar el país y será en Estados Unidos donde rindan su testimonio -obviamente-ante las autoridades norteamericanas.
¿Cómo entonces prometer una investigación seria cuando ni siquiera se cuenta con las declaraciones de los principales afectados? ¿Acaso la Procuraduría General de la República no pudo enviar a un agente investigador para hablar con ellos antes de regresar a su país?
Para colmo Estados Unidos envía peritos especializados a realizar la reconstrucción de los hechos y con el apoyo de elementos de la Marina bloquearon durante horas las carreteras aledañas a Tres Marías para emprender su investigación.
A estas alturas nada extraño entonces sería que un comando de marinos norteamericanos, integrado por agentes élite SEAL, arribe a México para capturar a los doce policías federales y se los lleve a Estados Unidos para ser juzgados y sentenciados.
Es lamentable y bochornoso que ni la Policía Federal ni la Secretaría de Seguridad Pública asuman su responsabilidad cabalmente, además no es la primera vez que protagonizan tan terribles incidentes.
Hace un par de meses policías federales se enfrentaron entre sí en el aeropuerto de la Ciudad de México por la disputa de un cargamento de droga con saldo de tres muertos. En febrero del año pasado el agente de la DEA, Jaime Zapata, fue asesinado y su compañero herido cuando viajaban por San Luis Potosí en una carretera cuya custodia corresponde a la Policía Federal.
Años atrás -en 2005- el entonces comandante de esa corporación, Genaro García Luna, organizó un sainete televisivo para dramatizar la captura de una banda de secuestradores a la que pertenecía Florence Cassez, cuyo juicio se convirtió a la postre en un serio conflicto diplomático entre Francia y México.
El exjefe de la Policía Federal y ahora titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Genaro García, permanece extrañamente al margen del conflicto y quienes han salido a emitir disculpas y dar la cara son el presidente Felipe Calderón y su secretario de Gobernación, Alejandro Poiré.
Este nuevo aquelarre afectará sin duda las relaciones entre México y Estados Unidos además de poner a México en el peor de los ridículos por no tomar las riendas de las pesquisas y permitir que sean extranjeros quienes vengan a nuestro territorio a investigar esta aparente emboscada.
Por mucho menos en otro país ya habrían renunciado los funcionarios implicados, desde el comandante de la Policía Federal hasta el secretario de Seguridad Pública, máximo responsable del desempeño de sus colaboradores y de los agentes que intervinieron en Tres Marías.
Pronto veremos si una vez más Genaro García Luna logra milagrosamente salvar su cabeza a pesar de las atrocidades cometidas por sus subalternos.
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