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'Otro Papa hermano'

Visita papal. Momento en el que Papa Benedicto XVI arribó a Guanajuato, donde saluda efusivamente a su comité de bienvenida. El Papa partirá a Cuba tras su visita de tres días a México.

Visita papal. Momento en el que Papa Benedicto XVI arribó a Guanajuato, donde saluda efusivamente a su comité de bienvenida. El Papa partirá a Cuba tras su visita de tres días a México.

AGENCIAS
"El problema del narcotráfico y de la violencia es una gran responsabilidad para la Iglesia de este país con 80 por ciento de católicos" —Benedicto XVI

El júbilo popular es imparable. Las juventudes católicas ocupan las vallas, y saltan, gritan, cantan, ríen por la llegada de su líder espiritual. Predominan en la bienvenida a Benedicto XVI, que en el aeropuerto los ha escuchado:

-¡Benedicto, hermano, ya eres mexicano!

-¡México, México, México siempre fiel!

Una de las horas más importantes en la historia del Bajío está en curso. El Papa 265 ha bajado del avión gigante -un Boeing 777-200, de Alitalia-, y al pie de la escalerilla lo han esperado el presidente de la República, Felipe Calderón, y su esposa Margarita Zavala. El afecto al Papa está en la marcada reverencia del mandatario, quien pone sus manos una sobre otra cubriendo las manos papales.

El Pescador de almas será sorprendido por el júbilo de los fieles, sonreirá y mirará a la multitud con una ternura que disimula el cansancio del vuelo de 14 horas. A su izquierda, en la plataforma del aeropuerto, distante varios kilómetros, pero a la vista está el Cerro del Cubilete y en su cúspide el monumento a Cristo Rey, sitio de mayor relevancia en el catolicismo mexicano, que es consigna perenne. ¡Viva Cristo Rey!, ha gritado con fervor un entusiasta entre el agrupamiento de religiosas y seminaristas.

Benedicto abre los brazos, muestra las palmas en gesto de saludo. No bendice, saluda, a la multitud alegre, entre quienes se encuentran los representantes de los poderes Legislativo y Judicial. Están varios gobernadores, y algunas figuras sin cargo público, como Miguel Alemán y su esposa Christian Magnani, y Elba Esther Gordillo a quien saluda la parte del gabinete que ha venido: Hacienda, Comunicaciones, Educación...

Dirían los clásicos que la visita de Benedicto XVI ha empezado "con sobriedad republicana". Presentan a sus comitivas y aquello es un desfile de sotanas y distintivos de la alta jerarquía católica mexicana y vaticana, entre quienes varios se hincan y besan la mano al Papa. Los civiles son atentos, y sólo hay un militar en el grupo anfitrión y se cuadra ante el Pontífice, es el jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP), general Jesús Castillo Cabrera, en cuya estructura descansa la seguridad y la logística de la visita papal.

El EMP despliega una escolta de 10 camionetas idénticas, que rodean el Papamóvil, una burbuja blindada que pesa 10 toneladas, y que recorre la carretera Silao-León, dentro de un convoy, con dos descubiertas de motociclistas. Sólo el presidente de Estados Unidos ha tenido una protección como la que ha diseñado el general Castillo para Joseph Ratzinger aquí.

Los 30 kilómetros de recorrido son de fiesta católica. Cierto, en el trayecto hay vacíos. Y sin embargo, en un seguimiento televisivo permanente del Papamóvil se observa a Ratzinger, como en el aeropuerto, conmovido por la animosidad de su grey, a la cual motivó cuando dijo en su mensaje que al pueblo de México "lo siento muy dentro del corazón". La reacción fue inmediata:

-¡Benedicto!, ¡México te ama!

¿Cómo se puede amar a alguien en una breve aproximación? Eso se sabrá en estos días de visita. Lo cierto es que, como ocurrió a doña Elena Rodríguez, una feligrés leonesa de 59 años, ver pasar al Vicario de Cristo en Papamóvil es una emoción mayor. Como ella, decenas de miles han quedado satisfechos con mirarlo.

Ha llegado el Papamóvil al Colegio Miraflores. En su burbuja blindada se ve al Papa con rostro de complacencia, mientras que en la calle la multitud tiene un estallido de felicidad.

Había fiesta preparada por la gente, no programada. Querían cantarle. El Papa baja del vehículo, se acerca a cuatro discapacitados y los bendice. Primera vez en tierras mexicanas, luego abre las palmas, en saludo al gentío y entra al colegio.

-¡Que salga! ¡Que salga! -corean muchachos incansables de las juventudes de Benedicto XVI, reveladas ayer para la historia de León, en el corazón del Bajío.

 PIDE NO DESFALLECER

En su primer mensaje en México, el Papa Benedicto XVI pidió no desfallecer.

"Como ya dije en Roma (el 12 de diciembre de 2011), continúen avanzando sin desfallecer en la construcción de una sociedad cimentada en el desarrollo del bien, el triunfo del amor y la difusión de la justicia", señaló el Pontífice.

El presidente Felipe Calderón recibió al Papa, acompañado por su esposa Margarita Zavala y por el arzobispo de León, José Guadalupe Martín Rábago, al pie de la escalerilla del avión que lo transportó desde Roma y aterrizó a las 16:13 horas.

El jefe de Estado mexicano guardó las formas: solamente posó sus manos sobre las del Obispo de Roma, haciendo una leve reverencia, mientras su esposa hizo lo propio.

"Señor presidente, amigos todos: en estos días pediré encarecidamente al Señor y a la Virgen de Guadalupe por este pueblo, para que haga honor a la fe recibida y a sus mejores tradiciones; y rezaré especialmente por quienes más lo precisan, particularmente por los que sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia", destacó Benedicto XVI.

El Pontífice ya había tocado el tema del crimen organizado en una conferencia de prensa durante el vuelo rumbo a México.

"El problema del narcotráfico y de la violencia es una gran responsabilidad para la Iglesia de este país con 80 por ciento de católicos", indicó.

Al darle la bienvenida, el presidente Calderón señaló que lo recibía un pueblo que ha sufrido mucho por la violencia despiadada y descarnada de los delincuentes.

'Miente cúpula católica'

Jorge Barba Martín, quien denunció ante El Vaticano los abusos sexuales que sufrió por parte del padre Marcial Maciel en la década de los noventa, dijo no estar sorprendido con lo dicho por el presidente del Episcopado Mexicano, Carlos Aguiar Retes, sobre que no sabe quiénes son las víctimas de pederastia de sacerdotes en México. Indicó que los jerarcas católicos del país son expertos en mentir. "Son anguilas retóricas, saben escaparse. Ellos están mintiendo porque quieren que la gente vaya con ellos. "Pero cuando uno fue con ellos la respuesta siempre fue que había que dejar todo en manos de Dios", afirmó. Remarcó que Rivera y Onésimo Cepeda trataron su caso, aunque el primero, dijo, sólo para atacarlos y el segundo para humillarlos.

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