Pacheco, el mejor poeta vivo
Salpicada por la cotidianeidad, la obra de José Emilio Pacheco siempre obliga a la reflexión. Por algo su voz literaria, junto a la de su fallecido amigo Octavio Paz, es una de las más importantes de la poesía latinoamericana.
“Oye Carlos, por qué tuviste que decirle que la amabas a Mariana”, cantaba en 1992 Café Tacuba, cuando su carta de presentación era la canción que lleva por título Las batallas, inspirada en la novela Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, uno de los escritores más importantes de Latinoamérica.
Nacido en la Ciudad de México en junio de 1939, Pacheco es novelista, ensayista, periodista, traductor, pero sobre todo poeta. Fue considerado como el mejor poeta vivo por los lectores de la revista Letras Libres en 2002, distinción de la cual ha hecho broma él mismo: “No soy el mejor poeta de México, ni siquiera el de mi barrio, porque vivo al lado de Juan Gelman”.
Su obra ha trascendido el ámbito de la literatura, ya que el libro Las batallas... no sólo inspiró la ya mencionada canción de rock, sino que fue llevado al cine en 1987 bajo el título de Mariana, Mariana, película en la que actuaron Elizabeth Aguilar y Luis Mario Quiroz bajo la dirección de Alberto Isaac. Mientras que en 1995 la Orquesta Sinfónica de Nuevo León presentó El reposo del fuego, pieza compuesta por Gustavo A. Farías García, basada en el libro homónimo de Pacheco.
2009 puede considerarse el gran año para este defeño, al recibir el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Cervantes. El jurado que le entregó este último galardón definió al escritor como “un poeta excepcional de la vida cotidiana, con profundidad y capacidad de recrear un mundo propio”.
Cabe decir que fue el cuarto mexicano en ganar el Cervantes. Antes lo tuvieron Octavio Paz, el recientemente fallecido Carlos Fuentes y Sergio Pitol, reconocidos en 1980, 1987 y 2005 respectivamente. En más de una ocasión Fuentes alabó la poesía de Pacheco y tras enterarse de que había ganado el Cervantes (premio que por cierto dedicó a toda la literatura mexicana), lo calificó como el más grande poeta vivo de México y uno de los mayores poetas de nuestro idioma.
EL JOVEN QUE VESTÍA DE NEGRO
El también ganador del Premio Nacional de Poesía estudió Derecho y Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y desde la década de los cincuenta colaboró en revistas como Medio Siglo, Estaciones, Revista de la Universidad de México, México Cultura, los suplementos culturales de Novedades y Siempre. Además que desde 1976 publica la columna Inventario en la revista Proceso.
En el documental Me llamo Nadie, dirigido por Claudio Isaac (2009), Elena Poniatowska comenta: “Lo recuerdo como un joven muy serio, siempre vestido con un traje negro, con una corbata negra, con una cara muy blanca, muy serio, muy austero. Recuerdo que una vez se subió a un taxi y al final del trayecto el taxista le dijo: no me pague padrecito, así está bien pero deme la bendición”.
Son muchas las voces que definen a Pacheco como una persona humilde. En una actitud muy propia de esta característica, dice que le resulta muy difícil escribir, de ahí que sea un perfeccionista de su trabajo, por lo que corrige y corrige, borra y destruye. El problema es que es una intuición provisional, porque después de que sale el libro sigo corrigiendo... Soy un horror para los editores, confesó al periódico El País de España, medio donde igualmente reconoció que a pesar de la experiencia que dan los años enfrentarse al ejercicio de la escritura le genera angustia y dudas igual que la primera vez. Con 20 años piensas que tal vez un día llegues a escribir con una facilidad, con una certeza y un conocimiento... Y no, nunca. Siempre es por primera vez, siempre. Y, además, la mayoría de las cosas salen muy mal. La mayoría de los textos que haces son malísimos, para que uno te salga bien necesitas hacer 50 muy malos.
Sin duda la severa autocrítica reditúa sus frutos, pues el capitalino cuenta asimismo en su haber con el Premio Nacional de Periodismo Literario, el Xavier Villaurrutia, el Magda Donato, el José Asunción Silva, el Octavio Paz, el Federico García Lorca y el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.
AMANTE DEL ESPAÑOL
Admirador del argentino Jorge Luis Borges, Pacheco es un defensor del español e incluso ha llegado a declarar que la televisión es enemiga de esta lengua y que en su opinión ha roto con la gramática del castellano.
Su defensa a ultranza de nuestro idioma lo llevó a escribir el poema Defensa de la Ñ publicado en el poemario Del siglo pasado donde señala: Este animal que gruñe con eñe de uña / es por completo intraducible / Perdería la ferocidad de su voz / y la elocuencia de sus garras / en cualquier lengua extranjera.
Ganador del Premio Malcolm Lowry en 1991 por su trayectoria como ensayista, disfruta sostener largas pláticas, pero paradójicamente odia las entrevistas. Incluso en una ocasión ‘enmudeció’ tan pronto un reportero de El País quiso grabar su conversación; entre lo que pudo quedar registrado en voz del bardo, está su explicación a ese rechazo: “Después de cada entrevista, me quedo pensando: ¿por qué no le dije esto...? Debería haberle dicho aquello otro... Ten en cuenta que yo estoy acostumbrado a escribir, a ver lo que pienso. Y si no veo lo que estoy diciendo, ¿cómo puedo pensar? [...] La paradoja es que a mí me gusta mucho leer las entrevistas, pero hay veces que me preguntan: ¿y usted qué intentó reflejar con este poema...? Ah, pues yo, no sé qué responder... Prefiero que hablemos tranquilamente y luego tú escribes lo que creas más conveniente”.
Para la poeta y ensayista Pura López Colomé, parte del impacto de la obra de José Emilio estriba (según publicó en la revista Letras Libres), en que le ha dado continuidad al hecho mismo de romper para conformar -de acuerdo con los lineamientos de Pound- algo nuevo. Su capacidad para incluirlo todo y aprender de todo nos sugiere que hay que reconocer y también dudar de la constante del gran río heracliteano de la literatura.
Entre la prolífica creación poética de Pacheco destacan Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Desde entonces (1980), Trabajos en el mar (1983) y Como la lluvia (2009).
En 1986, el traductor de autores como Samuel Beckett, Oscar Wilde y Tennessee Williams, ingresó al Colegio Nacional, y desde 1994 es miembro emérito del Sistema Nacional de Creadores Artísticos (SNCA).
Esposo de la igualmente reconocida periodista Cristina Pacheco, José Emilio es un escritor cuya obra le habla a varias generaciones. Sus poemas obligan a la relectura porque en su estilo minimalista la fuerza de la palabra siempre se reinventa.
Twitter: @lharanda