La tarde del martes pasado, en reunión de su Consejo Político, el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, informó que sostenía, junto al equipo de transición del presidente electo, Enrique Peña Nieto, un diálogo permanente encaminado a construir un gran acuerdo político nacional para sacar adelante " las reformas estructurales que el país necesita".
Las negociaciones de un Pacto por México, que así le llamó, fueron confirmadas ese mismo día por los presidentes del PRD, Jesús Zambrano, y del PAN, Gustavo Madero. Se abrió así la expectativa de un acuerdo que de entrada le daba a Peña Nieto una sólida base de gobernabilidad en el arranque de su gobierno, a la vez que se apuntaló la percepción de sus dotes políticas y de sus brazos operativos Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong.
Al día siguiente, miércoles, desde Otawa, Peña Nieto se refirió a la inminente firma del Pacto por México mientras que aquí ya circulaba la invitación a su firma, a realizarse el jueves en el teatro de la República de Querétaro.
Pero ocurrió que Zambrano y su amigo y mentor Jesús Ortega, no obstante el respaldo fotográfico de los gobernadores de origen perredista, no tenían el de la otra gran tribu del sol azteca, la que encabezan René Bejarano y Dolores Padierna; como el blanquiazul Madero tampoco tenía el de la totalidad del panismo.
Así que una hora después de la referencia hecha en Canadá por Peña Nieto, el PRD salió a decir que aún no había condiciones para la firma del pacto mientras que el PAN llamaba a no cancelar la negociación.
En medio de esto, el equipo del Presidente electo tuvo que pasar el trago amargo de cancelar el evento de Querétaro; el control de daños se implementó ayer mismo con una conferencia de medios en la que los presidente del PRI, PAN y PRD, junto a los representantes de Peña Nieto, dijeron estar de acuerdo con un acuerdo que aún no acuerdan. Porque eso dijeron, ¿está de acuerdo?
Claro que peor sería que no estuvieran sentados en esta negociación, que empezó hace dos meses. Sus artífices: el panista Santiago Creel, el priísta José Murat y el perredista Jesús Ortega. Ellos convocaron a los presidentes de sus partidos y a los representantes del Presidente electo. Es ahí donde entran Osorio Chong, Videgaray y Álvaro Nuño, quienes han negociado con el equipo del PAN, donde además de Creel están Madero y Juan Molinar; el del PRI, donde además de Murat está Coldwell, y el del PRD, donde además de Ortega están Zambrano y Carlos Navarrete.
El proyecto incluye 64 reformas en las que la energética y la hacendaria parecen ser la cereza del pastel, sin que se tenga claro si se pretende una mayor apertura de Pemex al capital privado, mantener los regímenes fiscales especiales o el aumento de la base de causante cautivos y eventualmente el porcentaje del IVA, reformas que por implicar cambios constitucionales requieren de las dos terceras partes del Congreso, solamente alcanzables con los votos de las tres principales fuerzas políticas.
El caso es que Peña Nieto no tendrá, antes de tomar posesión, esa tan deseada base de gobernabilidad, aunque todo indica que la conseguirá en los primeros 15 días de su mandato. Pero eso en política tiene costos, como costo tiene otro revés de la semana: la negativa del Senado a aprobar en sus términos el dictamen de los diputados que desaparece las secretarías de Seguridad Pública Federal y de la Función Pública.
Los senadores de PAN y PRD se oponen a desaparecer la SFP antes de que se cree la Comisión Nacional Anticorrupción que la sustituirá; y quieren que la Cámara alta avale el nombramiento del subsecretario del interior que, incorporado a Gobernación, se ocupará de las tareas de seguridad pública; y los de los altos mandos policiacos para evitar, dicen, que se vuelva a crear una especie de policía política.
El PRI, por supuesto, rechaza esos candados, por lo que el PAN y el PRD le llaman intransigente sin reparar en que dotar de ese aval al Senado implicaría cambios al artículo 76 de la Constitución.
El caso es que sin esa reforma, Peña tendrá que nombrar secretarios de Seguridad Pública y la Función Pública que ejercerán hasta que desaparezcan esas dependencias, lo que lo obliga a cambiar planes originales respecto al gabinete legal que dará a conocer hoy a las dos de la de la tarde a través de Osorio Chong, lo que bien podría interpretarse como su destape para Gobernación, en tanto que Luis Videgaray no parece tener a nadie enfrente para llegar a Hacienda y Jesús Murillo Karam para la PGR.
Después, en el último minuto de hoy y el primero de mañana, Peña Nieto recibirá de Calderón el mando de la fuerza pública, y nueve horas más adelante, ya en cumplimiento del protocolo, la banda presidencial en una sesión general del Congreso, en cuyos exteriores ocurrió el tercer revés de la semana: el de las vallas y cierres de calles que tanto enfadaron a la ciudadanía.
(rrodriguezangular@hotmail.com @RaulRodriguezC)