NADA MEJOR QUE UNA ESTRATEGIA DE CAMBIOS DE CONDUCTA PARA SUPERAR ESTE PROBLEMA
Encuestas internacionales revelan que el 40% de las personas en todas las latitudes del mundo, se define como persona tímida. El tímido permanece en un estado de timidez continuo. Basta que se encuentre frente a otras personas para que se cohíba o no actúe en determinado sentido. Pasa con las personas tímidas como con las que padecen de obesidad, diabetes, y nada hacen para cuidarse, aun cuando saben que pueden morir en cualquier momento.
No nos damos cuenta de los sufrimientos intensos de los tímidos. Ellos sí saben que andan con el alma desgarrada y que están viviendo una existencia limitada y pobre. El tímido sabe que lo es: ante ciertas personas, empiezan a sudarle las manos, de improviso se les enrojece la cara, doblan su cuerpo como enconchándose, se sienten pusilánimes, encogidos y turbados.
Muchas veces me han dicho hombres y mujeres que sufren de este padecimiento, que en determinadas situaciones por las que pasan, se decían a sí mismas: ¡trágame tierra! No deja de sorprenderme que existan asociaciones de neuróticos, alcohólicos, obesos, anónimos, y que en cambio no existan asociaciones de tímidos anónimos, que de existir estos grupos, no habríamejor remedio para curar totalmente este trastorno que les causa tanta vergüenza, azoro, sufrimiento y dolor.
Creo, que habría dos maneras de enfrentar la timidez con el fin de curarla. Una, sería la ayuda de un psicoterapeuta; y la otra manera consistiría en el trabajo personal del tímido (y mejor, en grupos pequeños y grandes, como los de alcohólicos anónimos). Esta manera sería la más eficaz: se trata de una estrategia conductista, que venza la timidez sin ninguna necesidad de explorar la vida del tímido.
Los tímidos están en todas partes: inteligentes, ricos, en empresas, pobres, médicos y profesionistas eminentes, mujeres bellas, casados y solteros, etc.
La timidez nada tiene que ver con la cobardía ni con la introversión. Hay tímidos muy valientes, y personas sin timidez, muy cobardes. Hay introvertidos sin asomo de timidez, y extrovertidos muy tímidos que disfrazan su trastorno, siendo el alma de la fiesta.
Estas personas, por lo general, siempre fingen tener un gran interés por los demás, lo que es falso. Se comportan así, para no hablar de ellos y que puedan descubrir su pusilanimidad, encogimiento y timidez.
No encontramos una satisfactoria descripción del tímido en libros de psicología ni en pláticas con psicoterapeutas. Sólo en Dostoievski leeremos descripciones geniales de todos los pliegues del alma de un tímido.
El tímido al estar frente a personas, y más si son desconocidas o importantes para él, experimenta la “angustia expectante” de que seguramente hará el ridículo. No tiene ninguna base para ello, pero el tímido lo cree firmísimamente, y sufre intensamente por ello.
Su herencia genética puede inclinarlo a la timidez, pero nunca determinarlo. Lo que sí puede ser determinante es el clima emocional que vivió con sus padres en la infancia.
Si su padre fue muy tímido y además humillaba constantemente a su hijo, la timidez formará parte de su personalidad.
La historia nos da incontables ejemplos de hombres y mujeres que padecieron de timidez, y que finalmente la vencieron. Inclusive, entre actores, actrices y cantantes de fama internacional se da un alto porcentaje de personas tímidas. Y este problema en el medio artístico lo conocemos cómo “pánico escénico”.
Una persona tímida camina por la vida con muchas desventajas: se inhiben para relacionarse amorosamente. Se autosabotean para ser descartados en ascensos en sus trabajos.
Renuncian a ejercer su vocación. No reclaman la gran mayoría de las injusticias que les cometen otras personas. Si su timidez persiste, sólo les espera la soledad, el retraimiento, el abandono, una larvada tristeza y melancolía; y seguramente, la depresión.
Varias preguntas fundamentales debe de plantearse toda persona tímida.
Primera: ¿El porcentaje de tímidos es realmente alto? Las estadísticas internacionales nos dan la cifra de un 40 % de la población. Segunda: ¿La timidez constituye una causa grave de sufrimiento personal? ¡Sí! Toda persona tímida experimenta su trastorno emocional en grados diferentes. Pero el sufrimiento ya en niveles medianos, le impide al tímido, grandes y satisfactorios logros de todo tipo, y le mantiene ese apocamiento como si fuera un tormento.
Tercera: ¿es curable el trastorno de la timidez? Salvo casos excepcionales, por supuesto, es totalmente curable. Cuarta: ¿se requiere de la asistencia psiquiátrica para atender éste problema? ¡Sí, en ciertos casos! Quinta: ¿la persona tímida puede autocurarse? Por supuesto que sí, y será a través de la acción: hacer lo que teme, atreverse, exponerse ante lo que teme. Nada mejor que una estrategia de cambios de conducta. ¿Qué le diría el genial poeta Píndaro, de la Grecia Clásica, a todo tímido? Le diría lo que escribió en una de sus obras: “Atrévete, atrévete más, atrévete aún más, pero no demasiado”.
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