¡Mi corazón se llena de gozo al verte y poder platicar contigo de nuevo, le dijo el Aprendiz a su amigo el Sabio!
Me gustaría mucho – siguió hablando el Aprendiz – que me dieras algunas enseñanzas de Séneca, filósofo al que consideras uno de los mejores formadores del espíritu humano de toda la historia.
¡A mí también me agrada muchísimo volver a verte y que podamos platicar de ese fenomenal pensador que fue Séneca – le respondió el Sabio a su amigo! Séneca en un ensayo que tituló, “De la Ira”, escribió ésta realista reflexión: “La naturaleza humana produce almas insidiosas, almas ingratas, codiciosas, almas impías”.
Mira, le dijo el Sabio: un alma insidiosa es aquella que con acciones o palabras engaña a alguien para causarle un daño. Toda alma insidiosa usa acechanzas y trampas para engañar y perjudicar a otros. Por su parte, un alma impía carece de toda piedad, y se aplica a todo tipo de irreverencias.
Séneca se adelantó en más de dos mil años a los descubrimientos recientes de la más avanzada genética humana, le cuenta a su amigo el Aprendiz. Ahora la ciencia ha descubierto que todos los seres humanos contamos con 30 000 genes, y que algunos de ellos predisponen (o fatalmente conducen) a que las personas puedan llegar a padecer uno de los más de 200 diferentes tipos de cáncer. A otras personas, ciertos genes los predisponen para padecer diabetes o graves enfermedades cardiovasculares.
También se sabe ahora – siguió hablando el Sabio -, que ciertos genes protegen de manera asombrosa a un porcentaje de personas contra ciertas enfermedades, a pesar de sus hábitos dañinos, tanto en su forma de alimentarse como de tomar sustancias toxicas.
Cuando Séneca se refirió a “La naturaleza humana…..”, está haciendo alusión a la biología de cada persona, a la constitución moral de su ser desde su nacimiento, a la calidad o deficiencia de su Código genético.
¿Entonces – le pregunta el Aprendiz al Sabio -, crees tú que desde la concepción o el nacimiento se dan personas insidiosas, ingratas, codiciosas e impías?
¡Sí lo creo, le contestó el Sabio! Los seres humanos nos separamos del chimpancé hace unos seis millones de años. Las personas de hoy en día pertenecemos a una de las 196 especies de monos que vivimos actualmente en la Tierra. Nosotros nos hemos denominado Homo sapiens y hemos sido el resultado de millones de años de evolución. A través de nuestra larga evolución, nuestra “naturaleza”, nuestra biología genética, nunca ha sido perfecta.
Nuestros genes modifican nuestras conductas, y también nuestras conductas llegan a modificar a nuestros genes. De cualquier manera, nuestra “naturaleza humana” no es perfecta, y en ciertas personas, sus códigos genéticos los determinan a ser personas moralmente muy deficientes: asesinas, crueles, malvadas, …..
¿Y si esto es así en estas personas, cuál es el consejo que puedes darme cuando esté cerca de ellas?, le pregunto el Aprendiz.
Mi primera recomendación amigo – le dijo el Sabio al Aprendiz -, es que debes rechazar todo infundado optimismo en el sentido de que una persona malvada puede convertirse en virtuosa, o al menos, ser buena contigo. La persona con severos vicios morales muy difícilmente cambia. Sus genes la predisponen al mal, o simplemente la determinan fatalmente a las peores conductas.
¡Aléjate – le dijo el Sabio a su amigo –, de toda alma insidiosa, ingrata, codiciosa e impía!
Seguiré totalmente tú consejo. ¡Dame por favor otra enseñanza de ese inmenso Séneca! Con gusto amigo: Séneca, en su misma obra, “De la Ira”, acuñó esta sentencia: “A nadie le vino la cordura antes que la insensatez”.
La Cordura- Amigo -, le dijo el Sabio, hace referencia a toda persona que obra y piensa con reflexión y acertadamente. Toda persona cuerda piensa con un claro discernimiento, con un juicio certero, con prudencia y sensatez.
La Insensatez – le siguió diciendo el Sabio -, hace alusión a toda persona que hace o dice cosas que causan o pueden causar daño o perjuicio importante a ella misma o a otra, siempre sin la intención de causarlo (María Moliner). El insensato no es de mala fe, pero sus obras y palabras pueden causar daños tan graves como si se tratara de un malvado. Baltasar Gracián, uno de los hombres más sabios que ha dado la humanidad, reitera en su extensa y riquísima obra escrita, que uno de los bienes más valiosos que pude poseer una persona, consiste en que sepa darle el valor real a cada cosa, persona o circunstancia. Para Gracián, el buen juicio es una corona del alma.
¿Y qué hacer para llegar a gozar de Cordura y de Sensatez?, le preguntó el Aprendiz.
El Sabio le respondió: creo que Séneca se excedió al escribir que “a nadie le vino la cordura antes que la insensatez”. Séneca asegura que nuestro comportamiento insensato nos va a causar muchos males a nosotros y a otras personas. Y que en éste doloroso aprendizaje, llegaremos a gozar de esa anhelada Cordura.
¡Es cierto – como dice Séneca -, que nuestro más valioso aprendizaje siempre lo obtendremos de los males causados por nosotros debido a nuestra insensatez, a nuestro deficiente juicio y equivocadas maneras de pensar y actuar!
¡Pero no tiene que ser siempre necesariamente así amigo, le dijo el Sabio. La lectura, nuestra cuidadosa reflexión nos puede llevar también a la Cordura! ¡Excelente noticia, le respondió el Aprendiz!
jacintofayaviesca@hotmail.com
twitter: palabrasdpoder