El ‘no distraerse’ obliga a la persona a enfocar todas sus fuerzas sobre un solo objetivo
¡Platícame algo sobre el Emperador Marco Aurelio, a quien tanto admiras! –le pidió el Aprendiz a su amigo el Sabio. Empezaré por decirte, que éste gran personaje nació en Roma en el año 121 después de Cristo.
La coherencia entre su conducta y sus reflexiones confirman la magnanimidad personal de Marco Aurelio, que fue, según Herodiano “el único de los emperadores que dio fe de su filosofía no con palabras ni con afirmaciones teóricas de sus creencias, sino con su carácter digno y si virtuosa conducta”.
En su Libro II de su obra, Meditaciones –continuó hablando el Sabio–, Marco Aurelio escribió: “A todas horas, preocúpate resueltamente, como romano y varón, de hacer lo que tienes entre manos con puntual y no fingida gravedad, con amor, libertad y justicia, y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones. Y conseguirás tus propósitos, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te alejara del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho en lo relacionado con el destino”.
¡Admirable, exclamó el Aprendiz! Me doy cuenta que sólo en ésta reflexión, Marco Aurelio no solamente nos da una ejemplar lección de ética, sino que nos proporciona estrategias para vivir con mayor plenitud. Nos pide Marco Aurelio que nos procuremos tiempo libre a fin de liberarnos de todas las demás distracciones. Me acuerdo –siguió comentando el Aprendiz-, que al poeta Goethe, cuando escritores de muchas partes de Europa le platicaban sus proyectos de escribir y le pedían al poeta Goethe su consejo, siempre les decía: “Con tal y que no te distraigas”, queriéndoles decir con esto, que sus proyectos serían exitosos siempre y cuando se llevaran sin distracción alguna.
Sí –dijo el Sabio-, es idéntico al consejo de Marco Aurelio, y es que el “no distraerse” obliga a la persona a enfocar todas sus fuerzas cerebrales sobre un solo objetivo. Sobre éste tema –le dijo el Sabio a su amigo-, el más grande neurólogo que ha dado la ciencia médica, me refiero a Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina, siempre éste científico les decía a sus alumnos, que cuando una persona dejaba de “distraerse” y se enfocaba totalmente (a veces por mucho tiempo) en el asunto que estaba investigando, el cerebro se modificaba en sus redes neuronales a fin de concentrar todas sus fuerzas en esa investigación, permitiendo ésta concentración, resultados científicos asombrosos.
¡Excelente –le contestó el Aprendiz! También me parece muy acertado el consejo que nos da Marco Aurelio cuando escribe: “Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión…”.
Así es –le contesto el Sabio. Cuando ejecutamos cada acción como si fuera la última de nuestra vida y además la ejecutamos con toda la reflexión posible, nuestro cerebro experimenta modificaciones propicias a fin de que nuestras conductas sean altamente eficaces. No se trata de opiniones “mentalistas” o “esotéricas”, sino de hechos comprobados por la neurobiología y la neuroanatomía. A esto, más que a otra cosa, se han debido los más grandes avances en todas las ciencias. La concentración, la no distracción, hacer las cosas con un sello de “definitividad”, todo esto potencia nuestras fuerzas cerebrales.
Por favor, ¿Podrías darme otra reflexión de Marco Aurelio?, le pidió el Aprendiz a su amigo. Con mucho gusto, y ésta meditación se encuentra en el mismo libro II de sus Meditaciones, reflexión que dice:
“No te arrastren los accidentes exteriores; procúrate tiempo libre para aprender algo bueno y cesa ya de girar como un trompo. En adelante, debes precaverte también de otra desviación. Porque deliran también, en medio de tantas ocupaciones, los que están cansados de vivir y no tienen blanco hacia el que dirijan todo impulso y, en suma, su imaginación”.
Si me permites, amigo, le dijo el Sabio, quisiera hacerte unos comentarios sobre la anterior reflexión. ¡Por supuesto que sí, le contestó el Aprendiz!
Nuevamente me voy a referir a Goethe, y es que no puedo dejar de hacerlo con una gran frecuencia, como me sucede también en el caso de Shakespeare. Pero es que estos dos escritores ocupan la cumbre de la literatura mundial. No ha habido en toda la literatura del planeta, dos poetas, escritores y sabios, como estos dos gigantes del pensamiento.
Pues bien –continuó hablando el Sabio-, Goethe, a lo largo de su existencia, con frecuencia se refería al vicio de las “ocupaciones múltiples”. Para éste poeta, grandes talentos encontraron su perdición al haberse ocupado de muchos asuntos. En la Gracia Antigua, los grandes sabios detestaban también, el vicio de ocuparse de muchas cosas.
Observemos que Marco Aurelio afirma frontalmente a que cesemos de girar “como un trompo” es decir, de estar dando vueltas por todos lados. Y el estar atareados “en medio de tantas ocupaciones”, es una forma delirante que demuestra que estamos cansados de vivir.
Uno de los resortes más poderosos para mantener elevado nuestro ánimo y nuestras ganas de vivir, reside en tener un “blanco”, una “diana”, al que dirijamos nuestros objetivos. ¡Estamos perdidos cuando nos ocupamos de muchas cosas, pues ello demuestra nuestra falta de pasión por una sola! Enfoquemos nuestro objetivo, apuntemos, y disparemos.
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