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Palabras de Poder

Perlitas de Sabiduría

JACINTO FAYA VIESCA

Breves reflexiones para la vida diaria

Menandro, de la Grecia Clásica, escribió: “¿No es acaso un remedio contra la ira una palabra amable?”. Menandro se refiere cuando hablamos con una persona que muestra su ira contra nosotros. Uno de los factores que ha causado mayores tragedias a los seres humanos es la “ira”. Un alto porcentaje de la ira de otras personas contra nosotros podríamos evitarlo si nos expresáramos con palabras amables.

La persona con ira pasa en ese momento por una “locura breve”, como bien lo observó el inmenso poeta Horacio. ¿Cuál será la causa fundamental que nos impide contestar con palabras amables a un iracundo? Creo que en la mayoría de las veces no usamos las palabras amables porque creemos que se no ha tratado con injusticia y que eso ha implicado una ofensa a nuestra dignidad. En la gran mayoría de los casos, ésta creencia nuestra es totalmente errónea.

Menandro en una de sus obras escribió: “No consideres amigo a un hombre desagradecido”. Menandro está en lo cierto: como lo dijo el marqués Massino Taparelli, “La ingratitud es una de las más innobles depravaciones del alma humana”. Ya en la Roma Antigua se consideraba al ingrato como a un perverso. Publilio Siro, sentenció: “Lo peor que podemos decir de un hombre es que es un ingrato”. ¡No no engañemos!: seríamos unos locos ilusos si a un ingrato con nosotros lo seguimos considerando como a un amigo. ¡Espiritualmente es imposible que un ingrato sea nuestro amigo! Todo ingrato con nosotros nos revela su odio y envidia.

“Las esperanzas son el alimento de los hombres sin seso”, lo dijo Menandro. Lo mismo expresaron los trágicos de la Grecia Antigua, Sófocles y Eurípides. La Esperanza nos puede llevar a tal grado de locura, que un naufrago agita “sus brazos – como lo dijo el poeta Ovidio – en medio de las aguas aun cuando no vea tierra por ningún lado”. La Esperanza es la gran engañadora que siempre, y sin excepción, nos promete lo que deseamos. La Esperanza es una de las fuentes más abundantes de males en nuestra vida, pues nos abandonamos a ella, en vez de ponernos a luchar contra nuestras duras adversidades.

El griego Dífilo escribió: “En una vida mortal nada es firme”. La más grande de las ingenuidades de una persona es llegar a pensar que su salud de hierro, su poder político y su gran riqueza económica, le garantizan una sólida estabilidad en su vida. Si leemos la historia de cualquier país, nos daremos cuenta de las grandes desgracias que sufrieron los más poderosos seres humanos. La fragilidad de la vida de cada uno de nosotros es imposible que la proteja todo el poder y todas las riquezas del mundo. La “firmeza” de una vida humana es otra de las creencias infantiles en la que pensamos a fin de disminuir nuestra más oculta angustia existencial.

Nuestro profundo escritor de la Gracia Antigua, Menandro, sabiamente escribió: “Querido amigo, no busques en todo la ganancia”. El que busca la “ganancia” en “todo” como lo dice Menandro, demuestra una voracidad y un egoísmo de lo más brutal. Buscar la ganancia en todo es ambicionar siempre el éxito propio y la derrota del otro. Buscar siempre en todo la ganancia es no temer nunca la reacción del otro, lo que demuestra nuestra estupidez y temeridad. Además revela que no nos interesa lo justo, lo digno ni lo decente.

Menandro en una ocasión escribió: “Pues nada es más seguro que una decisión correcta”. Napoleón Bonaparte expresó: “Nada es más difícil en la vida ni más provechoso que decidirse”. Una decisión puede estar mal tomada, y ello debido a múltiples factores: precipitación, falta de información verdadera, prejuicios, etc. por fortuna tenemos a nuestra disposición para tomar decisiones correctas, a nuestra sensatez, sentido común, un discernimiento lógico, y una distinción clara de las cosas, como lo planteaba Descartes.

“Es mejor estar enfermo de cuerpo que de alma”, nos dijo el sabio griego Menandro. Nietzsche sostenía la misma opinión. Lo ideal es gozar de salud física y del alma, pero si no pudiéramos gozar de salud más que la física, con una obligada enfermedad del alma, o estar sanos del alma pero necesariamente enfermos del cuerpo, yo me quedaría con la salud del alma. La salud del alma cubre todo el espectro espiritual de la persona, y los valores y fuerza del espíritu es lo único sublime de todo ser humano.

“Bastón de la vida es, en efecto, la educación”, escribió Menandro. Es cierto: la educación es la riqueza mayor a que podemos aspirar, siempre y cuando dentro de ésta educación, destaque la “sabiduría”, que es la posesión más valiosa que puede tener una persona.

“En la vida nada hay mejor que la reflexión”, escribió Menandro. Recordemos que Grecia desde setecientos años antes de Cristo, fue la única nación de todo el planeta que empezó a “reflexionar” en serio, y sobre los temas más esenciales para los seres humanos. Solamente la reflexión permanente, profunda y concentrada puede ser generadora de los mejores consejos para vivir una vida plena y digna. Nuestra sociedad actual se distingue por no reflexionar. Hemos perdido los seres humanos el gusto, la pasión y el método para reflexionar. Hoy en día, los prejuicios, odios, fanatismos y ambiciones desenfrenadas constituyen los factores para las decisiones personales y de los gobiernos, por desgracia.

jacintofayaviesca@hotmail.com

twitter: @palabrasdpoder

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