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Palabras de Poder

La actitud lo es todo

JACINTO FAYA VIESCA

Para enfrentar los problemas de la vida, una Actitud positiva constituye una enorme ventaja

Soy la Actitud, y cuando se habla de mí se hace referencia a una determinada “disposición de ánimo”. Soy tan importante para la vida de los seres humanos, pero por desgracia nadie se pone a pensar detenidamente que es lo que verdaderamente significo. Si alguien estudiara mi anatomía emocional y espiritual, se vería altamente recompensada.

Primero que todo, no puedo existir si no manifiesto una determinada manera de actuar o de comportarme. Como actitud, no importo si me quedo solo en el pensamiento o emoción de una persona. Necesariamente debo mostrarme al exterior: una persona al adoptarme, se manifestará benévolamente, o bien, de forma hostil. La Actitud de una persona puede ser displicente, arrogante, sumisa, etc.

La Actitud de una persona puede revestir una gran cantidad de formas, pero siempre expresa con su postura física, sus palabras o sus hechos, “un estado de ánimo” perfectamente identificable: pesimismo, humildad, alegría, indolencia, optimismo, desconfianza, concordia, apertura, estupidez, generosidad, etc.

Está comprobado hasta la saciedad que para enfrentar los problemas de la vida, así como para obtener logros, una Actitud positiva y alegre constituye una enorme ventaja. El filósofo francés, Descartes, que era además un estricto científico, decía que cuando jugaba con optimismo y confianza a las cartas o en cualquier juego de azar, los resultados le eran siempre más favorables que cuando apostaba en un estado de ánimo negativo.

Con mucha frecuencia las personas se empeñan en logros objetivos siguiendo las mismas pautas, y luego se quejan de que no logran lo que quieren, o que sus logros son muy escasos. Y es que no se dan cuenta, que sus actitudes no son las correctas. Más de lo mismo malo, no da algo bueno, como la acumulación de errores no da como resultado un acierto.

Al ser yo la Actitud un valioso consejero, lo que puedo ofrecerles a los seres humanos, es que cuando fracasen con alguna persona determinada, en obtener algo que deseen, lo primero de todo es que necesariamente deberán de cambiar de Actitud. Habrá ciertas personas con las que jamás podrán obtener lo que deseen, pero el promedio de éxitos se elevará muy considerablemente, si con esas personas cambian de Actitud. Ya no será más de lo mismo, sino algo muy diferente.

Probablemente su actitud ha sido de desprecio, de superioridad, de engreimiento, etc. Estas actitudes generalmente son inconscientes, pero si las personas no se dan cuenta de ello, seguirán fracasando en sus intentos. La historia universal ha enseñado, que una gran cantidad de reyes le cedieron el trono de una nación, a una persona ajena a su familia, haciendo a un lado al hijo que le podía corresponder el reinado. Pero su padre no se lo concedió en virtud de que su hijo adoptaba actitudes de coraje, desdén y soberbia contra su padre.

Como Actitud, no quiero vanagloriarme, pero si deseo decirles a los hombres lo que pensó el más grande psicólogo estadounidense del siglo 19, William James: “El descubrimiento más grande de mi generación, es que un ser humano puede modificar su vida cambiando su actitud mental”. Esta afirmación podría parecernos exagerada, por lo asombrosamente promisoria. Pero no se trata de ninguna exageración. Incluso, la afirmación de William James se queda corta, pues el cambio de una Actitud mental de derrota por otra de ánimo y certeza de triunfo, ha producido en las ciencias, el arte, los negocios, las relaciones humanas, resultados propios de los grandes “milagros”.

Entren a mi corazón, al corazón de la Actitud, y jamás dejarán de asombrarse: ¿qué no recuerdan lo que escribió el genial político inglés, Winston Churchil?, “Las actitudes son más importantes que las aptitudes”. Y esto es absolutamente cierto, pues las aptitudes gozan de cierto grado de potencia real, pues se trata de capacidades cerebrales y físicas. En cambio, la actitud pertenece a la dimensión de las emociones, a la fuerza del espíritu, y al poder de la totalidad de nuestro inconsciente.

Las aptitudes, por más poderosas que sean, tienen sus límites y medidas: la aptitud para el atletismo, la música, las matemáticas, etc. En cambio, la fuerza y alcance de la Actitud es inmensa, en virtud de que se mezclan factores intelectuales, emocionales, físicos, toda la riqueza de nuestro inconsciente, y la inmensa fuerza de nuestro espíritu.

Es de asombrarnos la gran disposición de la Actitud para aconsejarnos. Quien mejor que ella para revelarnos sus secretos más íntimos. ¡Qué cierto, cuando dice que nadie se pone a estudiar su anatomía emocional y espiritual! Y yo añadiría que la Actitud fue modesta, pues en realidad la adopción de actitudes correctas nos sitúan en un nuevo mundo riquísimo de oportunidades que jamás habíamos visto ni imaginado.

jacintofayaviesca@hotmail.com

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