¡Ya es tiempo amigo -le dijo el Sabio al Aprendiz- que empieces a comentar algunas reflexiones del más grande escritor que ha dado la lengua española. Me refiero a Cervantes, príncipe de nuestra literatura!
Cervantes -continu´o hablando el Sabio-, en su "Quijote", deslumbrante joya de la literatura universal, escribió:
"Es cosa cierta que cuando trae las desgracias la corriente de las estrellas, como vienen de lo alto bajo, despeñándose con furor y con violencia, no hay fuerza en la tierra que las detenga, ni industria humana que prevenirlas pueda".
¡Explícame la cita de Cervantes -le dijo el Aprendiz a su amigo!
Mira: Cervantes se refiere a desgracias de todo tipo. Por ejemplo, a las grandes desgracias naturales como las tormentas que con sus abundantes caudales de agua todo lo arrasan, a los huracanes que a su paso devastan todo, etc. Pero también, Cervantes se refiere a las desgracias que nos suceden en lo personal, como son los graves accidentes imprevistos, las enfermedades que no se pueden prevenir, la pérdida de seres queridos, la pérdida de la hacienda personal, etc.
La belleza incomparable del lenguaje de Cervantes, nos da la metáfora de que estas desgracias arrastran una corriente muy fuerte, pues vienen desde lo alto de las estrellas, precipitándose hacia abajo, la tierra.
Cervantes se está refiriendo a esas calamidades que nos suceden y contra las cuales nada podemos hacer. Se trata de la mala suerte, la fortuna que nos pega por capricho. Los griegos de la antigüedad decían: "Las circunstancias son más poderosas que todos los poderes de los dioses".
Y es que cuando una circunstancia adversa ya nos golpeó, ni el poder Divino lo puede evitar. Los romanos decían: "Lo hecho, hecho está". Y los españoles desde hace cientos de años acuñaron esta máxima: "Palo dado ni Dios lo quita".
En el mismo "Quijote", un poco más adelante, Cervantes escribió:
"Un mal llama a otro, y el fin de una desgracia suele ser el principio de otra mayor".
¡Qué sabio es Cervantes, exclamó el Aprendiz! Y es que nuestro príncipe de la literatura nos advierte que de alguna manera hay que impedir que a una desgracia le suceda otra. Por cierto, me acuerdo del refrán popular: "A las desgracias les gusta la compañía".
El Sabio por su parte le replicó a su amigo: no se trata de un "destino" ya escrito, como lo pregonan ciertas religiones. Simplemente, una serie de factores se combinan de tal modo, que esa mezcla produce un enorme golpe para algunos. Si por ejemplo, en el reciente temblor de Haití, el epicentro hubiera estado a cien kilómetros de distancia de la capital de esa nación, no hubieran muerto ni una sola de las 215 mil personas fallecidas.
¡Por supuesto, que no estaba "destinado" Haití a sufrir esta desgracia! Ningún espíritu maligno ni divino ordenó esta tragedia.
En lo personal -continúo hablando el Sabio-, en algunas enfermedades graves podemos dificultar su aparición, pero no más. Hay accidentes que es absolutamente imposible que los podamos evitar, y debes estar seguro que no se aplica el refrán popular absolutamente falso, que dice: "Al que le toca, le toca".
No hay nada escrito que bendiga o maldiga un "destino cierto". No obstante ello -comenta el Sabio-, los más grandes pensadores de la humanidad están de acuerdo que nuestra "paciencia" para sufrir los males, nos resulta de mucho provecho.
¡O también, como escribió Shakespeare -le comentó el Aprendiz a su amigo-, una vez que nos ha llegado una desgracia, no debemos estar llorando sobre ella, sino de inmediato, ponernos a reparar nuestros males en todo lo que sea posible!
¡Excelente tu referencia a Shakespeare -le contestó el Sabio! Este consejo de Shakespeare que me has recordado, me parece uno de los más útiles para la vida de cada uno de nosotros. Porque la experiencia nos ha demostrado, que algunas naciones que fueron destruidas en guerras, se levantaron de sus propias cenizas y llegaron a convertirse en naciones prósperas en todos los sentidos.
También -intervino el Aprendiz-, personas que tuvieron graves accidentes, llegaron a recuperarse y se convirtieron en grandes atletas; o personas que la tragedia económica los dejó en la pobreza, para después, convertirse en verdaderos potentados. ¡Excelente tu comentario, le dijo el Sabio!
Podemos aprender mucho de estos diálogos entre el Sabio y el Aprendiz, y sólo quiero hacer una pequeña aportación para los casos en que personas han sido golpeadas por grandes tragedias. Se trata de la máxima que nos aconsejó Quevedo: "Que la diligencia y la paciencia todo lo vencen".
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