El año pasado comenzó con la esperanza de que las autoridades de los países desarrollados lograran superar, en definitiva, las causas de la crisis que empezó en 2008. La realidad fue muy distinta.
La desviación más grave ocurrió en Europa, donde fuimos testigos de un deterioro creciente de su crisis de deuda soberana. En este lado del Atlántico, la evolución de la economía de Estados Unidos (EU) en 2011 fue menos alarmante, si bien a lo largo del año se redujo la calificación de su deuda y se revisó a la baja su expectativa de crecimiento económico.
En ese ambiente México logró crecer alrededor del 4 por ciento, cifra inferior a la registrada en 2010, pero quizá mejor a la que podemos esperar para este año. En efecto, esos antecedentes del entorno global y lo que se espera del mismo hacen que el panorama para nuestra economía no luzca muy atractivo en 2012.
Este año continuará la lucha por evitar la debacle del euro y lograr la consolidación de la recuperación estadounidense. Las perspectivas de nuestra economía dependerán, en mucho, del resultado de esas batallas globales.
Por un lado, la situación en Europa es sumamente complicada. Los países periféricos de la eurozona están todavía lejos de superar sus problemas de deuda soberana, lo que mantiene vivas las dudas respecto a la viabilidad del euro como moneda común en el largo plazo.
Lo más grave es que para evitar la insolvencia de alguno de sus países débiles se aplican políticas públicas sumamente restrictivas, que quizá sólo pospongan la inevitable renegociación de las deudas soberanas. Ello podría llevar a un resultado más desastroso para los europeos que el aceptar pronto ese trago amargo.
Quizá no tengamos que esperar mucho para conocer el desenlace de esta tragedia económica. Los mercados financieros presionan no sólo a países débiles como Grecia y Portugal, sino también a Italia y España, por lo que quizá esté cerca el final de la telenovela europea.
Por otro lado, las autoridades de EU siguen batallando para consolidar un crecimiento sano de su economía. Su desempeño en estos últimos años se debió esencialmente a las políticas fiscal y monetaria laxas.
Este año, sin embargo, tendrá que aplicar un presupuesto más austero, dejando la carga completa de la recuperación sobre las políticas de la Fed. Esto explica por qué los pronósticos más recientes de crecimiento para su economía se ubican entre 1.5 y 2.0 por ciento para 2012.
México, como bien sabemos, depende de EU en mucha mayor medida que cualquier otro país emergente, por lo que lo que suceda allá afectará la evolución esperada de nuestra economía.
La buena noticia es que, por ahora, la probabilidad de otra recesión en EU es baja, mientras que la mala es que habrá efectos negativos de la recesión europea sobre la economía global.
En ese contexto, el crecimiento del Producto Interno Bruto, aún en año electoral, será inferior al registrado en 2011, colocándose entre 2.5 y 3.5 por ciento. La salvedad es que si finalmente EU cae en recesión, nosotros también lo haremos.
Por su parte, el panorama para las variables monetarias y financieras en México luce, por lo menos en el arranque del año, sin grandes sobresaltos. No anticipo en este año variaciones importantes en los niveles de la inflación y las tasas de interés, pero seguirá la volatilidad en el precio del dólar.
La inflación es muy probable que se mantenga tercamente por encima de la meta oficial, por lo que espero que sea similar a la del 2011, ubicándose entre el 3.5 y 4.5 por ciento.
La decisión de la Fed de mantener las tasas de interés de corto plazo cerca de cero hasta mediados del 2013 da oportunidad para que, si las condiciones inflacionarias internas y financieras externas son propicias para ello, Banxico disminuya su tasa de referencia hasta medio punto porcentual.
No olvidemos, sin embargo, que los niveles actuales de las tasas de interés en México no son sostenibles en el largo plazo. Habrá una tendencia al alza tan pronto suban en EU, lo que por ahora se piensa ocurrirá hasta fines del 2013 o comienzos del 2014.
La debilidad reciente del peso se debe, en términos generales, a la gran incertidumbre respecto a las deudas soberanas europeas, más que a problemas económicos internos. Por consiguiente, la volatilidad seguirá presente mientras no se despeje el panorama en Europa.
Una vez que eso suceda, pudiéramos ver una apreciación de nuestra moneda, ubicando la cotización promedio del dólar entre 12.8 y 13.8 pesos.
En síntesis, el panorama económico sigue complicado y nuestro desempeño estará condicionado por lo que suceda en Estados Unidos y Europa. Este año será menos dinámico que el anterior y cualquier tropiezo o sobresalto en el entorno global afectará negativamente a nuestra economía.