"Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos."
Bertrand Russell
Hsta donde recuerdo, la muerte nunca había estado tan viva. Nunca había sabido a pan de dulce y caña de azúcar, nunca había sabido tan bien como lo hace en estas fechas.
Sólamente quien no le tiene miedo a la vida, es capaz de venerar y celebrar a la muerte. Para eso, los mexicanos nos pintamos solos, no nos basta con celebrar la vida, el mexicano siente tan importante el hecho de bien venir y despedir a nuestros seres queridos.
Más que una tradición, el Día de Muertos para los laguneros es un sentimiento de vida, una necesidad de recordar, que a pesar de que la muerte anda muy viva, es sólamente un motivo más de hacer festejo y sentirse mexicano.
México es un país de grandes contrastes, es una película a blanco y negro de Pedro Infante, donde las calles se llenan de blanco al exigir paz idealista, y contrastando están los oscuros trajes de nuestros gobernantes, con trajes tan oscuros es irónico demandar transparencia.
En este México, estamos acostumbrados a ser el hermano menor de "La casa grande", donde los inquilinos del "backyard" no pueden entrar a la sala de la casa sin papeles de residencia, el único lugar donde la muerte es santa, y no sólo eso, hasta tiene un día en el calendario.
Una de las ventajas de estar vivo, es ver de lejitos la muerte, la vemos en los noticieros, le leemos en los periódicos, la escuchamos hablar en voz de nuestros compañeros. Es como si fuera el tema de conversación de preferencia, para los miles de laguneros que nos encontramos inmersos en esta nube de polvo y pólvora que añeja nuestro centro histórico y ensucia las calles por sectores.
El mexicano venera más la muerte que la vida misma, es aquí, donde la muerte vive entre los muertos, pero vive más dónde los vivos se ensañan en conocerla. Es por eso que en este país la muerte es burla, y es ídolo, quien burló la muerte.
Tenemos el don de reírnos de lo que a otros les podría ser estrictamente doloroso, ¿Qué más se puede esperar del mexicano? Si el miedo no anda en burro, la muerte no anda a pie, los laguneros sabemos bien que la muerte usa una Ak47, porque en la Comarca Lagunera las balas matan más que el arsénico en el agua, donde la fe está en ver salir y esperar paciente el regreso a casa de nuestros familiares.
Estoy seguro que tanto ustedes como yo sabemos que México no es sólo pobreza y delincuencia, sabemos bien que nuestra vida no gira alrededor de una bala, es por eso que se dispara la necesidad del lagunero de celebrar el Día de Muertos con más ganas de vivir, que de morir lentamente en vida en esta oleada de malos ratos.
Cierta vez, un escritor y amigo, me explicó lo que sucede a cierto tipo de pájaros brasileños, narraba de manera poética, la historia de vida y muerte de estas aves. Dichas aves, eran capaces de dar la vida por su nido, por lo que en los incendios forestales, se descubrían cientos de restos de aves incineradas que prefirieron quedarse a morir en el nido que los vio nacer.
Ahora bien, si dichas aves hubieran sido un poco más inteligentes, no sólamente se hubieran quedado en el bosque a esperar su destino, sino que hubieran hecho un comité emplumado dispuesto a dar propuestas para dar solución al rostizadero de esperanzas.
Mi labor como ave de cambio es lanzar un canto a letras, en donde hago el llamado no de auxilio, al contrario, un llamado de confianza y unidad a todas estas aves laguneras, nuestra misión es simple, con calaveritas, dulces, altares, cañas de azúcar, esqueletos y altares; rescatar a nuestra Comarca Lagunera recordando lo esencial de nuestras costumbres: La unidad y las ganas de salir adelante.
Festejemos nuestras tradiciones, olvidémonos de la muerte por un momento, recordemos que en México la muerte está muy viva, con nosotros la inmortalidad deja de ser un sueño para convertirse en verdad.
Recordemos a nuestros difuntos gracias a las tradiciones, recordemos nuestras tradiciones que aún no están difuntas, ya casi es día de muertos, y este es otro pretexto para sentirse más mexicano que nunca.
Así que, como dijo el payaso en su lecho de muerte: "Ya me voy, ¡No los entretengo más!".