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Dra. Mayela Villarreal Reyes

Antes se afirmaba que los hijos siempre crecían más grandes que los padres, sin embargo el tiempo ha demostrado que tal creencia es relativa, pues en la estatura influyen factores tanto genéticos como ambientales, y cada uno de ellos es determinante.

A lo largo de la vida, es común que lleguemos a establecer numerosas conversaciones en torno a nuestra talla -a la que usualmente llamamos estatura. Por un lado muchos expresan no estar de acuerdo con la suya: quisieran ser más altos; otros se encuentran muy conformes con los centímetros alcanzados. Pero más allá de lo anterior, lo usual es que las pláticas sean en torno a lo que creemos que influyó para que creciéramos más o menos: la herencia (“en la familia de mi papá son muy chaparros”), la alimentación (“es que tomé mucha leche de niño”), o el ejercicio (“desde chiquito estuve en equipos de basquetbol”). Y aunque acostumbramos repetir ese tipo de comentarios ¿sabemos qué influye realmente para que una persona llegue a cierta medida?

LOS DE ADENTRO, LOS DE AFUERA

Para comprender los ‘secretos’ de la estatura, es importante entender la diferencia entre crecimiento y desarrollo. Se define como crecimiento al aumento en el número y tamaño de las células, lo cual da lugar a incremento de la masa viviente del individuo. Mientras que el desarrollo es la adquisición de funciones con ampliación en la complejidad bioquímica y fisiológica a través del tiempo. Ambos son fenómenos paralelos, interrelacionados entre sí, y forman una unidad que depende de factores diversos.

Para empezar, están los genes. Aquí entra en juego la raza a la que se pertenezca; cada región del mundo ha clasificado una talla promedio y aunque no es regla general, sí se observa que la mayoría de las personas encaja dentro de esos patrones (por ejemplo, el mexicano no se caracteriza por ser alto). Se sabe igualmente que por lo general los hombres son más altos que las mujeres, y que en un mismo país puede haber variaciones en la media de la estatura, según las diversas zonas (por ejemplo, en México la gente del sur es más bajita que la del norte).

Lo usual es que si en una familia las personas sean altas, las siguientes generaciones mantengan esa tendencia, aunque hay excepciones. Para ello influyen factores hormonales, además de cuestiones externas.

Tarea de las hormonas

La producción insuficiente de ciertas hormonas puede influir para que una persona alcance o no la talla que indica su carga genética. Éstas son:

-Hormona del crecimiento. Una de sus principales funciones de esta sustancia (también llamada somatotropina) es que estimula el crecimiento del cartílago de la epífisis de los huesos largos. Alcanza sus mayores niveles en la pubertad, durante las horas de sueño.

-Hormona tiroidea. Es primordial sobre todo en los primeros meses de vida, ya que alguien hipotiroideo presenta diversas complicaciones, entre ella un retraso en la progresión de talla.

-Insulina. Es básico que se encuentre en concentraciones normales, para apoyar el funcionamiento de la somatotropina.

-Hormonas sexuales. Los andrógenos activan el incremento del desarrollo óseo con crecimiento lineal acelerado, y el aumento en la masa muscular.

Los externos

El organismo humano crece en un medio que varía de una persona a otra y afecta a los genes en modo y momentos diversos. Por eso es acertado decir que la herencia determina cómo vamos a ser, pero el medio dictamina lo que en realidad seremos.

Al ser muchas las variables externas que influyen sobre las numerosas cuestiones genéticas, los especialistas proponen su clasificación en tres categorías:

1. Ambiente físico-químico. Son los elementos que nos rodean. Por ejemplo: el clima y la temperatura del lugar en donde habitamos, y la exposición a agentes tóxicos como drogas, radiaciones, contaminación, humo de cigarro, etcétera. Y algo fundamental: la nutrición que recibimos. En definitiva la alimentación es fundamental a lo largo de toda la vida, pero es particularmente decisiva durante la infancia. Por eso se insiste tanto en que los padres de familia les procuren a sus hijos una dieta balanceada. Es básico que los niños y adolescentes observen las leyes de la alimentación, que son: comer en cantidades adecuadas, seguir una dieta completa y equilibrada (con carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas, sales minerales), y beber agua en cantidad suficiente. Cuando hay desnutrición infantil, es relativamente fácil llegar al peso apropiado, sin embargo la talla ya no es recuperable.

2. Factores biológicos. Se refiere a todos los organismos vegetales y animales que convivan con el individuo.

3. Factores psicosocioculturales. Es decir, la actitud que se tome en cuanto al entorno y uno mismo. Abarca las oportunidades para desarrollarse en lo físico, intelectual y emocional.

Por otro lado, la actividad física en cada etapa de la vida es un factor que influye en mejorar un buen funcionamiento orgánico, logrando así optimizar las condiciones para favorecer la estatura del individuo. Se recomiendan los ejercicios que aumentan la oxigenación y la masa muscular, como son: atletismo, natación, voleibol, basquetbol y el ciclismo.

Asimismo, una postura corporal incorrecta provoca que la columna vertebral se vuelva excesivamente encorvada, en forma de doble S, perjudicando la estatura y ocasionando que los músculos de todo el cuerpo trabajen de más.

LO QUE SÍ PUEDES HACER

Si queremos ayudar a que nuestros hijos alcancen todo su potencial de talla, podemos adoptar varias medidas.

Desde que son pequeños hay que llevar un control de su estatura, y llevarlos al pediatra con regularidad para descartar cualquier enfermedad que se relacione con afecciones a las hormonas o la estructura ósea, y en caso necesario darles cuanto antes el tratamiento correspondiente, pues una vez que los huesos consolidan la posibilidad de un incremento en la talla es altamente improbable (excepto que se recurra a cirugías).

Hay que considerar que dentro de la alimentación no debe descuidarse la ingesta de proteínas. Vale la pena comentarlo porque algunos vegetarianos prefieren que sus hijos no consuman ninguna proteína animal como leche, queso y huevo, que son alimentos esenciales para un buen desarrollo. Desde luego, es vital reducir al mínimo su consumo de comida chatarra y despertar su interés por lo fresco y lo natural.

Fomentar en los niños y adolescentes el amor por el deporte es de gran ayuda tanto para su crecimiento como para su salud en general. Quitarlos de los videojuegos y las computadoras parece ya imposible, pero hay que fraccionar su tiempo a fin de que combinen la tecnología con periodos dedicados al movimiento. Un tip que no falla: predicar con el ejemplo; si ven a sus padres ejercitándose y felices, será difícil que se resistan a imitarlos.

Correo-e: dramayela@hotmail.com

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