¿Pareja en molde?
A veces las personas rompen con una pareja conflictiva y sin embargo, al buscar otro compañero, acaban por vincularse a alguien que parece ‘extraído del mismo molde’. Lejos de ser casualidad, estamos frente a un patrón común y, afortunadamente, corregible.
Con seguridad todos conocemos a alguien que en dado momento de su vida, pone fin a una relación por cansarse de lidiar con alguna característica negativa de su pareja. Ejemplos comunes son los celos, las mentiras, la tendencia a despilfarrar, a la irresponsabilidad, a la pasividad, la adicción al alcohol o al tabaco, el carácter violento, posesivo o egoísta, entre otros. Desde luego, vemos esa separación como un hecho favorable. Sin embargo, tras algún tiempo esa misma persona nos presenta a su nuevo novio(a) y con sorpresa nos percatamos de que se trata de una ‘copia’ del anterior. Lo que es más, lo usual es que nuestro amigo(a) actúa como si no se diera cuenta de esa ‘repetición’.
DESDE LA RAÍZ
Los seres humanos estructuramos la personalidad por medio de la interacción; así aprendemos a encontrar afecto y a satisfacer las necesidades de pertenencia, amor, autoestima, las cuales perduran toda la vida y por lo tanto requieren de un mantenimiento constante. Éste se logra a través de la gente significativa que apoya durante el desarrollo infantil y posteriormente el adulto.
Las parejas se forman para solventar un deseo de amor y aceptación que todos tenemos desde que nacemos, y que al convivir con nuestros padres o cuidadores tempranos va permitiendo la conformación de la personalidad sana.
Así, al buscar un compañero sentimental, repetimos los aprendizajes tempranos que se van haciendo automáticos e inconscientes. De tal forma que nos sentimos atraídos por quienes ‘prometen’ solucionar las mencionadas carencias. Es por ello que suelen surgir los mismos patrones, sean funcionales o destructivos, al concluir una relación e iniciar otra. Esto continuará sucediendo a menos que el individuo aprenda realmente de la experiencia y modifique su mapa interno.
La dependencia emocional de un niño es evidente. Si no encuentra el afecto incondicional de sus papás en la primera etapa, podrá desarrollar psicopatologías severas y aprender formas inadecuadas de tratar de conseguir afecto y aprobación, las cuales se pueden mantener en la vida adulta y manifestarse bajo la expresión, la tolerancia e incluso la procuración de conductas no favorables o hasta dañinas. Esto impactará en su capacidad para involucrarse en una relación de amor saludable.
COMPLEMENTAR, NO COMPLETAR
Al elegir pareja, cada uno intenta completar las partes no resueltas emocionalmente que carga en su historial. Tratamos de hallar un complemento. El problema surge cuando las necesidades internas son mucho mayores a las posibilidades que ofrece el otro. Esto nos remite nuevamente a la ausencia de amor incondicional que idealmente todos deberíamos haber obtenido de nuestros padres, durante la niñez.
La falta o solvencia de estructuras emocionales sanas se manifestará en la manera de integrarse como pareja, a ello obedecerá si lo que buscamos es amor o revivir una dependencia inconclusa, con la fantasía inconsciente de que el novio(a) la solucionará.
Muchas veces el temor y la inseguridad conducen a ir tras de alguien que al menos en apariencia sea seguro y fuerte, creyendo que brindará protección y estabilidad. Pero aun si es así, con el tiempo se convertirá en un vínculo desigual y condicionado, el cual reactive una especie de situación donde el individuo es un pequeño ansiando que la madre o el padre le satisfaga y proteja.
De ahí surge la explicación de por qué las personas siguen a sujetos ‘del mismo molde’, pues estos reproducen la carencia original o bien reactivan la escenificación de una situación ya vivida, como puede ser la codependencia, el dominio, la sumisión o violencia, proponiéndose ganar su afecto y ‘superar’ un problema largamente arrastrado.
ROMPER EL ESQUEMA
Si descubrimos que inconscientemente perseguimos un ‘modelo’ negativo, en definitiva precisamos aprender a amarnos a nosotros mismos, saldar las carencias afectivas acumuladas; sólo así podremos acercarnos a una relación con una posición de equidad.
Para las parejas funcionales, la diferenciación es una característica fundamental. Ésta se da cuando cada uno de los integrantes encuentra fácil determinar los límites personales y respetarlos sin sentir que su nexo entra en un proceso de disolución o estancamiento. Tienen claro que, por el contrario, permitir la individualidad fomenta la autoestima y el deseo de compartir vivencias con el otro.
En la pareja centrada en el amor existen tres áreas de importancia para mantener un balance en la relación. La primera es el mundo propio; en este espacio podemos integrar e incorporar la familia de origen, amistades, conocimientos, los gustos, el cuerpo, experiencias internalizadas que ocurrieron antes de conocer al compañero, y otras más que resultaría muy largo enumerar. En resumen, hablamos de todo lo cual determina al ser, aquello que lo condujo a buscar un cómplice específico y definirá su manera de interaccionar, pero aun así, continúa perteneciendo al ámbito privado.
La segunda pertenece al mundo del otro, a entender que él o ella también poseen un espacio exclusivo, con todos los aspectos mencionados. Ambos deben mantener un balance en la importancia y tiempo que dedican a sostener y enriquecer esa parte personal.
La tercera y última área corresponde al espacio de pareja, es decir el mundo que se activa al convivir y aquí aparecen igualmente necesidades afectivas, de comunicación, sexuales, de pertenencia y autoestima. Y surgen asimismo las dinámicas particulares para que uno y otro se mantengan satisfechos al pasar el tiempo juntos. Aquí podemos agregar la construcción de un proyecto conjunto que sostenga la visión a futuro y justifique la aspiración a permanecer unidos. Ejemplos serían el establecimiento y la crianza de una familia, el desarrollo de un negocio, el plan de incrementar la formación académica y un muy amplio etcétera.
En las parejas funcionales las tres áreas se balancean y respetan. En las relaciones que se fincan tratando inconscientemente de subsanar un asunto pendiente, sólo se cae en una dependencia dañina pues únicamente reiterarán el contacto negativo que en su momento no supimos o no pudimos evitar. Si ya hemos identificado que elegimos continuamente a compañeros con características que de alguna manera nos dañan, es tiempo de que busquemos apoyo profesional. Un especialista puede ayudarnos a distinguir qué aspectos sin resolver influyen en nuestra interacción con los demás.
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