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Peña-AMLO ¿Empate técnico o empate rudo?

JORGE ZEPEDA PATTERSON

El regreso del PRI a la Presidencia parecía un destino manifiesto. El cumplimiento de una profecía inevitable. Eso hasta hace dos semanas. Luego vino el tsunami de las encuestas de María de las Heras que reducía a sólo 8 puntos la ventaja de Peña Nieto sobre López Obrador y luego la del diario Reforma que la dejaba en apenas 4 puntos. Los márgenes de error pueden variar, pero todo indica que hay un giro que, honestamente, nadie había anticipado. El tabasqueño se está acercando peligrosamente al puntero aunque es imposible saber si podrá rebasarlo antes del 1 de julio. Lo que resulta evidente es que el triunfo de Peña Nieto ya no es un hecho inevitable.

Las explicaciones pueden diferir, pero para efectos de un breve artículo señalaría cuatro: primero, el desplome de la campaña de Josefina Vázquez Mota que convierte a AMLO en el destinatario del voto antipriista. Segundo, el detonante Yosoy132 traducido a campaña viral en las redes y que genera una inesperada empatía hacia el tabasqueño de parte de muchos jóvenes, un curioso fenómeno vintage o moda retro. Tercero, una súbita expresión de rebeldía ante la soberbia triunfalista del candidato de las élites y las televisoras. Y cuarto el efecto acumulado de los escándalos de los gobernadores priistas Yarrington, Duarte y Moreira (por hablar de los más recientes) y la creciente sensación de que la reinstalación del PRI supondría la aceptación de ese viejo régimen.

La recta final habrá de definirse por incidentes y estrategias claves en las próximas cuatro semanas:

1.- La política está hecha de percepciones; la próxima andanada de sondeos confirmará, atenuará o rechazará la tendencia hacia el empate técnico que se insinuó estos días. La guerra de encuestas será feroz, con presiones y descalificaciones cruzadas, pero al final las 5 ó 6 principales casas encuestadoras influirán en la opinión pública.

2.- La reacción del PRI. Muy probablemente modificará su estrategia electoral para revivir la campaña panista del 2006 sobre "el peligro para México" que representa López Obrador. Sin venir al caso, algunos comentaristas de radio ya atribuyeron la súbita devaluación del peso al ascenso de AMLO. Imposible saber si una campaña de este tipo volverá a tener éxito o incluso podría ser contraproducente. Una diferencia sustancial entre 2006 y 2012 es el apoyo de un buen número de empresarios que ha concitado el candidato de la izquierda.

3.- La reacción del PAN. Si Josefina Vázquez Mora sigue desplomándose es muy probable que se genere el fenómeno del voto útil. Actualmente las encuestas la sitúan entre 23 y 24 puntos de intención de voto. Si cae por debajo de 19 López Obrador tendrá una oportunidad real de ganar (Fox triunfó en 2000 gracias a que Cárdenas apenas llegó al 17%). No está claro cuál estrategia va a seguir el equipo de campaña panista. ¿Seguirán orientado su crítica al abanderado priista o buscarán recuperar el segundo puesto volteando sus baterías en contra de López Obrador?

4.- ¿Qué prefiere Calderón? ¿Regresarle el poder al PRI o colocar la banda presidencial a su enemigo personal Andrés Manuel López Obrador? Recordemos que Elba Esther Gordillo consiguió el apoyo de varios gobernadores priistas a favor de Calderón hace 6 años, con el argumento de que Madrazo no tenía posibilidad de triunfar. Calderón podría hacer lo mismo a favor de Peña Nieto entre los gobernadores panistas si decide que prefiere melón que sandía.

5.- El debate del 10 de junio adquiere una importancia mayúscula si en verdad los momios están tan cerrados. Aunque en la práctica los debates suelen tener poco impacto, se trata de partidos de seis puntos: lo que gana uno lo pierde el otro. Por lo demás el impacto podría ser histórico no sólo por el raiting, que será alto, sino por el efecto amplificador que las redes digitales imprimirán a cada acierto o error de los contendientes.

6.- El factor López Obrador. Andrés Manuel es su principal activo pero también su mayor pasivo. Frente a los deslices verbales de Peña Nieto o de Josefina, el perredista ha mantenido una campaña sin grandes disonancias. Están ausentes los "cállate chachalas" y los espantasuegras contra los empresarios que tanto le perjudicaron hace seis años. Habrá que ver si mantiene la mesura en esta recta final, particularmente si percibe que, pese a todo, Palacio Nacional puede ser su nuevo código postal.

Más allá de quien triunfe es buena noticia que los mexicanos participen y protagonicen una elección verdaderamente competida. Nada desmoviliza más que ser simples testigos de un mero ritual de asunción al poder. El que llegue debe saber que lo hizo porque trabajó duramente el voto de los ciudadanos. Al margen del resultado, quizá la primavera democrática no estaba del todo muerta.

@jorgezepedap

www.jorgezepeda.net

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