"Aquí no pasa nada, hasta que pasa", me explicó un periodista veterano que conocí hace unos días cuando estuve en Piedras Negras, una de tantas ciudades fronterizas que ha sido tocada, tanto por la presencia de grupos del crimen organizado como por los operativos de la Policía Federal, el Ejército y la Marina para combatirlos.
La razón del viaje fue la realización de un pequeño taller sobre autoprotección y seguridad para un grupo en donde había reporteros, editores, locutores y reporteros visuales.
Coahuila no es un lugar fácil para ejercer el periodismo, no sólo por las amenazas y el riesgo que implica ejercer esa profesión, sino también por lo difícil (y arriesgado) que resulta desde un inicio ejercer derechos humanos en este contexto.
En los últimos años fueron asesinados dos periodistas coahuilenses, Valentín Valdés (8 de enero de 2010) colaborador del periódico Zócalo de la ciudad de Saltillo, y Eliseo Barrón (27 de mayo de 2009) quien colaboraba con el periódico La Opinión del Grupo Multimedios de la región Lagunera.
El reportero Rafael Ortiz (10 e junio de 2006), colaborador de Zócalo de Monclova, así como Stephanía Cardoso, del mismo diario, pero en Saltillo, desparecieron sin dejar rastro alguno. Afortunadamente, Stephanía reapareció junto a su hijo una semana después y hoy se encuentra bajo la protección del gobierno federal. Ortiz permanece desaparecido y las investigaciones han avanzado poco o más bien nada.
Quienes ejercen el periodismo en Coahuila, como en muchos otros estados, son víctimas de la violencia en tres momentos distintos. Primero como miembros de la comunidad en donde tienen lugar estos hechos, en segundo lugar como testigos privilegiados que habrán de contar lo sucedido, y finalmente por los efectos que esto tiene en términos de su integridad física y la de sus familias.
"No si sí está complicado, pero por eso me cuido. Me cuido mucho", me dijo, cambiando de gesto a la mitad de la oración, otro reportero de Piedras Negras que ya ha tenido varios incidentes de seguridad durante su carrera.
Después de convivir con el grupo a lo largo del taller, me quedó claro que están echando mano de todos los recursos a su alcance para hacer su trabajo de manera segura. Si bien el objetivo del taller fue facilitar este proceso o por lo menos acompañarlo, urge el apoyo decidido del gobierno.
Por primera vez en este tipo de talleres abordamos el tema del Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, que se creó luego de la aprobación de una ley para este fin hace unos meses. Esta es una iniciativa que la criticamos abiertamente desde que fue puesta consideración para ser votada.
Al igual que otras ciudades fronterizas, Piedras Negras es un ejemplo de la situación que enfrentan periodistas y medios de comunicación en muchas partes del país. Si bien los números de agresiones no son comparables con los que se registran en estados como Veracruz, la calma que se percibe en las calles puede mutar de manera súbita en una zona de guerra.
Durante las discusiones que sostuvimos reafirmé muchas de las dudas que tuve desde el principio sobre lo dispuesto en la ley. Más allá de los señalamientos jurídicos y técnicos, existen varias limitaciones prácticas para coordinar en unas horas la protección a un periodista amenazado en un lugar alejado de la Ciudad de México, como Piedras Negras.
La atención a un caso semejante por parte del personal de la PGR, Policía Federal o inclusive de las Fuerzas Armadas, seguramente estará marcada por la desconfianza con la que tratan de manera rutinaria a la prensa. Tachados como posibles informantes o voceros de alguno de los grupos criminales, los periodistas tampoco confiarían a un esquema de protección en esas condiciones.
Al regresar a la Ciudad de México, me quedó claro que el principal obstáculo será vencer esta desconfianza mutua en donde la prensa lleva las de perder. La respuesta de un editor en el norte del país en una entrevista para CNN en Español me recuerda el tamaño del reto. "Estamos conscientes de que estamos solos en este trabajo. Yo ya descarté que el gobierno va a ayudar, ¿ahora qué hacemos?".
El autor es Oficial de Protección de la organización internacional Artículo19