(Segunda parte)
Por fin, abordamos el avión que nos conduciría a Costa Rica y tras dos horas de vuelo aterrizamos en San José, cerca de la medianoche.
Para nuestra sorpresa nadie nos esperaba en el aeropuerto, no obstante el ofrecimiento de que irían por nosotros. ¿Qué hacer en un país desconocido a esas horas de la noche?.
Lo primero fue salir del aeropuerto, sólo para encontrarme con la novedad de que, no obstante estar en la calle y en área abierta, no se podía fumar en ninguna parte de la estación aeroportuaria.
Todo fue sólo sacar un cigarrillo, para que un guardia me indicara que "no podía fumar en esa área", pues se acababa de emitir una nueva ley en el país que así lo establecía.
Ni modo, a acatar la ley, lo cual en mi caso, tratándose de fumar es terrible, máxime en un país que tiene excelente café, pero que si no va acompañado de un cigarro está incompleto.
A pesar de la hora de llagada, la ventaja era que estábamos en un país de habla hispana, así que pronto encontramos un taxi y nos dirigimos al hotel que se nos había designado, que por cierto, nos dijeron se encontraba en medio de una reserva ecológica, lo cual resultó falso.
El hotel estaba bien, a secas, pero en la mañana nos encontramos con que la ducha de la habitación no funcionaba. Nos cambiaron de cuarto y en ése otro, el agua salía a cuentagotas y si quería uno bañarse tenía que hacerlo como si fuera bailarina árabe o como odalisca.
Nos facilitaron el baño de un cuarto vecino, con la promesa de que solucionarían el problema en el transcurso de la mañana, al fin y al cabo teníamos que salir del hotel.
San José es una ciudad fea, con mucha pobreza y con escasos centros turísticos. Nos llevaron a los museos del oro y del jade, pero resultaron muy modestos comparados con los que hay en México. Por ese lado no había mucho que ver.
Sin embargo, nos propusieron dos paseos turísticos: Uno, a la playa, en el Caribe, para visitar la isla Tortuga, que en principio confundí con la isla de Las Tortugas, lugar paradigmático, pues en ella se juntaban, según las leyendas, los piratas del Caribe.
Ya soñaba yo, mientras navegábamos hacia ella, que pisaba las mismas arenas que habían pisado piratas legendarios, como Morgan, Kraken, Barbossa, Jones, Barbanegra y Norritong. Pero ninguno de ellos pisó jamás esta otra isla, ni escondieron en ella tesoro alguno.
De cualquier forma, cuando la imaginación vuela, no importa si es verdad o mentira, pues uno se fabrica sus propias historias y a mí las de piratas siempre me han fascinado.
Pienso, como Sabina, que entre todas las vidas: "Yo escojo la del pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo y cara de malo".
El otro paseo resultó aún más maravilloso, por verdadero: la visita al volcán Poas, al mariposario, a una hacienda cafetalera y a las cascadas. A paso lento, pues ya no está uno para grandes trotes hicimos ese recorrido y hubo quien lloró ante la belleza de miles de mariposas de todos colores revoloteando a nuestro rededor. Es algo así como sumergirse en una escena literaria de García Márquez en plena selva tropical.
En un momento dado, dentro de aquella exuberante vegetación y clima húmedo, apareció ante mis ojos una pequeña ranita de brillante color naranja con puntos negros. Me pareció hermosa y me acerqué para observarla mejor. En ese momento el guía me dijo: "aléjese de ella, no se le acerque", y obedecí de inmediato. Luego añadió: "Esos animales escupen para atacar y su veneno es mortal". Después me diría Lucía que eso me pasa por no ver más programas de Discovery Channel.
Buena la comida, pero no barata, aunque esos paseos compensan el viaje, pues no había visto lugares tan hermosos y con tanto verdor, como los que menciono.
Lo dicho: una vez al año debe ir uno a un lugar que nunca haya visitado…y volver a los que más te hayan gustado, porque siempre hay cosas nuevas que ver en ellos.
Por lo pronto, ya me voy a dormir, porque mañana (sábado) voy a un desayuno con cargo a mi amigo Mayoral que por andar apostando a favor de Sarkozy perdió un desayuno completo para todos que ganó Huber, pero que disfrutaremos todos. Después de casi veinte años fuera, vuelven los socialistas al poder; ya era justo para la bella Francia.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".