DOÑA ANA (ANITA) Rodríguez Gámez de Robles, fallecida el día 11 de septiembre de 2012 a la edad de 84 años, cuatro meses y siete días de vida, en Torreón, Coahuila.
Adiós a mi amada esposa Anita Rodríguez Gámez de Robles, quien partió a los cielos a dar cuenta a su Creador y reunirse con los seres queridos que se le adelantaron. Allá nos veremos. Sepárame un espacio cerca de ti.
Ella fue una gran mujer, compañera de mi vida durante 64 años de un feliz matrimonio. Nació el día cuatro de mayo de 1928, en la ciudad de Torreón, Coah., siendo hija de don Aurelio Rodríguez y Rodríguez y de su esposa doña Rosa Gámez Rodríguez, originarios de la Región Lagunera y de raíces zacatecanas. Su partida fue tranquila, en paz, desvaneciéndose lentamente su corazón para despedirse de su familia, esposo, José León Robles de la Torre, hijos: José Armando Robles Rodríguez (f), Alejandro Robles Rodríguez y Ana Laura Robles Rodríguez; nietos: José Armando Robles Ávalos, Rodolfo Alejandro Robles Prieto, León David Robles Prieto, Jazel Asbay García Robles e Israím León Gabriel García Robles, además de Rodrigo García Casas y Alejandra Barragán de Robles.
Te fuiste dejando un vacío en mi corazón, porque a lo largo de tu vida, me apoyaste en todos mis trabajos culturales: escritura de libros, creaciones poéticas, artículos periodísticos, etc. Sin tu apoyo no habría podido escribir 105 libros, de los cuales cerca de cuarenta están publicados, 1, 596 artículos periodísticos, y tantas investigaciones históricas realizadas, en las que siempre me acompañaste con tu silencio, para la meditación, con tus palabras de aliento para seguir en la lucha en favor de la cultura de Torreón, de Zacatecas y de la República y aún del extranjero, pues varios de mis libros, encabezados por “Torreón en las Letras Nacionales”, con 638 páginas, editado en 1986, en su primera edición y la segunda en el 2000, y que están en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Cuántas veces me acompañaste a los panteones de la República en busca de tumbas históricas para mi obra de “La Independencia y los Presidentes de México”... Siempre fuiste mi guía y fortaleza, por eso digo que no hay con qué llenar el hueco que dejas en mi corazón con tu partida.
Por esa razón, entre las muchas poesías que te dediqué, hoy reproduzco la siguiente: Allí estarás tú.
“Cuando el cielo nos cubra con su azul/ o la Luna nos bañe con su luz, / allí estarás tú.
“Cuando veas por las noches las estrellas/ en marco incomparable de belleza, / con el centro brillante del lucero, / escucharás sutiles los murmullos/ de mis voces, diciendo que te quiero./ Cuando veas en los campos la floresta, / o las aguas cristalinas del arroyo/ desgranando sus gotas como orquesta, / allí estarás tú.
“Sentirás de mis manos las caricias./ Sentirás de mi aliento los murmullos./ Sentirás mi latir del corazón/ que entrega las delicias del amor, / olvidando la razón de la razón, / y olvidando el dolor que da el dolor.
“Cuando el tiempo y el espacio se hagan uno;/ cuando aurora y ocaso se confundan/ quedará sólo el néctar de tus besos, / fundidos con amor uno por uno/ en eternos abrazos y embelesos, / y allí estarás tú”. (Sept. 9 de 1990).
