Oribe Peralta y Darvin Chávez en un entrenamiento de la Selección. Ayer los jugadores se concentraron en un hotel de México para volar a Londres. (Jam Media)
Millones de corazones ya palpitan con mayor intensidad, sin importar que la odisea tricolor apenas ha iniciado.
Es la magia que envuelve al Olimpo, sitio del que prometen regresar con la inmortalidad ganada.
Los 18 guerreros elegidos por Luis Fernando Tena saben que todo depende de ellos, pero la buena vibra colectiva hará que nunca claudiquen, más allá de lo insuperables que puedan lucir algunos obstáculos.
Oribe Peralta lanza la sentida petición. Justo antes de cruzar el Océano Atlántico, el ariete solicita al público "que tengan fe en nosotros, porque vamos a entregarnos al máximo para conseguir lo que queremos".
Esa medalla que el futbol le debe a un pueblo tan fiel como acostumbrado a las decepciones.
Será la décima vez que la Selección Mexicana de varones participe en los Juegos Olímpicos. Apenas ha superado la fase inicial en tres ocasiones y su máximo logro es perder el cotejo por el bronce en 1968.
"Tenemos ilusión de poder estar allá [Londres] y cambiar la historia", comparte el "Cepillo". "Todo en esta vida es posible si tienes la mentalidad y constancia para hacerlo". Lo han demostrado recientemente, aunque la hoja curricular que enseñarán en tierras británicas no les alcanzará para llegar como principales candidatos.
Gran Bretaña, Brasil y España son los llamados a colgarse metales. El Tricolor está en un segundo nivel, junto a Uruguay y Suiza. "No creo que seamos favoritos, pero sí somos un equipo que va a luchar hasta el final por conseguir la meta que tiene", adelanta el santista. "Para nosotros es un sueño, por el que vamos a pelear al máximo".
El lagunero conoce muy bien a varios de sus compañeros. Lograron juntos la presea áurea en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, lo que le permite ilusionarse con marcar un hito en la máxima justa deportiva del planeta.
"Con lo que ves en cada entrenamiento, con la calidad humana que hay, te da para soñar", comparte, antes de suspirar. "Es un proceso muy largo. Han cumplido muchos torneos juntos, así es que eso la hace [a la Selección Nacional Sub-23] más madura, consciente y se conocen mejor. Es importante que, dentro y fuera de la cancha, sean como hermanos".
A los que guía en todo momento. Como uno de los tres refuerzos mayores de 23 años de edad, el goleador tiene la obligación de "tratar de apoyarlos, ser ejemplo. Siempre correr más, esforzarte más, nunca decaer, sea cual sea la circunstancia".
Ellos prometen hacer su parte. Lo único que piden es fe irrestricta.
JUGADORES
Emprenden el viaje a Europa, de donde planean regresar con una medalla colgada en el pecho.