Ruta. Esta es la Cuesta de la Araña, de una longitud de casi un kilómetro y que se debe seguir para llegar a ver la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Una ligera bruma difumina el camino que cruza las montañas, es una ruta que los peregrinos aprendieron desde que eran niños. Unos en vehículos, otros en mula y los más a pie, cientos de personas van bajo un calor que rebasa los 35 grados centígrados; esquivan las piedras y se cubren de las polvaredas, mientras la vegetación seca es testigo del paso de los peregrinos que buscan llegar ante la Virgen de Guadalupe para pedirle que por fin llueva, tras 19 meses de sequía. También le rezan para que ya no haya más muertos, secuestrados ni desaparecidos.
Casi dos siglos después de su aparición ante un recolector de leña, miles de personas siguen un camino de hasta dos horas en medio de la Sierra de Gamón para pedirle un milagro o pagarle una "manda" a la "Morenita". Es una peregrinación que se remonta a los inicios de la guerra de Independencia de México, y que la Parroquia de Guadalupe Victoria compara con la celebración del Santo Niño de Atocha, en Zacatecas, y de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, en Jalisco.
APARICIÓN
La tradición dice que por ahí del año 1808 había un hombre llamado Francisco Luna, quien trabajaba para el rancho Los Sauces recolectando leña; la tarde del 12 de mayo andaba junto a Jesús Violante en la Sierra de Gamón, que se llama así porque ahí fue ahorcado un capitán español con ese apellido en tiempos de la conquista española, en un punto que está pasando las cuestas de La Araña y de San Vicente.
Jesús Rico García, actual cronista del municipio de Guadalupe Victoria, desempolva las obras de su antecesor Francisco Martínez Villarreal, en donde dice que por el intenso calor que hacía esa tarde de mayo de 1808, Francisco Luna descendió hasta la parte baja de un cañón para tomar un poco de agua. Fue cuando distinguió que en el charco se reflejaba el rostro de la Virgen de Guadalupe. Al levantar su mirada, distinguió a la "Morenita" en la pared de cantera del cañón.
Francisco se fue corriendo a platicarle a Jesús lo que había visto, ambos volvieron a Los Sauces, narraron lo sucedido y volvieron acompañados de varias personas más; así se fue corriendo la voz de la aparición en todas las rancherías y poblaciones de Peñón Blanco, Guadalupe Victoria y San Juan del Río, hasta que rebasó las fronteras de Durango.
RUTAS DE LA FE
El Cañón de la Virgen está en los límites entre Guadalupe Victoria y Peñón Blanco, pero tiene tres accesos. Uno de ellos es por el lado del segundo municipio; consiste en un trayecto de unos 40 minutos en vehículo por terracería, para luego llegar a una vereda que se camina en otros 20 minutos al atravesar un cerro.
Para llegar desde San Juan del Río es necesario tomar un camino de tierra por casi hora y media en vehículo y luego iniciar una caminata de media hora más por veredas.
La que es quizá la ruta más recorrida es la que parte de Guadalupe Victoria. Para eso es necesario llegar al poblado Santa Catalina de Siena, terreno agrícola que actualmente es de los más afectados por la sequía, e iniciar un trayecto de media hora en vehículo o una hora a pie hasta el segundo "tiradero"; a partir de ahí inicia una pendiente que es una verdadera prueba de fe, se trata de la Cuesta de La Araña y que es una vereda de casi un kilómetro de subida que algunas personas recorren incluso de rodillas.
En medio de la pared natural de piedra hay una imagen de la Virgen de Guadalupe. Cada año decenas de peregrinos pagan entre 100 y 150 pesos para que algunos ejidatarios los amarren con sogas de henequén y los bajen hasta donde está el altar.
DEVOCIÓN
Gerardo Reyes Moreno hizo su primera peregrinación para visitar a la Virgen cuando era niño, hace casi 40 años; su padre lo llevó y le fue forjando la tradición. Hoy es sacerdote de la Parroquia de Santa María de Guadalupe, de la cabecera municipal de Guadalupe Victoria.
Durante todo este tiempo dice haber sido testigo de muestras de devoción tan sorprendentes como desgarradoras. En cuatro días, las voces convertidas en plegarias hacia la divinidad guadalupana se concretaron en pedir la cura de una enfermedad, por la paz y para que por fin llueva.