La sequía que está sufriendo particularmente nuestro Estado (y aún falta lo peor), las elecciones próximas con la necesidad de participación ciudadana y la crisis de la violencia que está aquejando fuertemente, nos llevan a profundizar en el concepto de desarrollo humano como un requisito para la paz y como un derecho de la ciudadanía. El redescubrimiento del desarrollo humano no es una invención nueva.
La idea de que los órdenes sociales deben juzgarse por el nivel hasta el cual promueven el "bien humano" data al menos de Aristóteles (384-322 A.C.). Él sostenía que "la riqueza evidentemente no es el bien que buscamos, porque es simplemente útil y persigue otra cosa". Distinguía un buen orden político de uno malo por sus éxitos y fracasos al permitir a las personas llevar "vidas prósperas". El propósito básico del desarrollo humano es ampliar las opciones de las personas. En principio, estas opciones pueden ser infinitas y cambiar a lo largo del tiempo. Por lo general, las personas valoran logros que no aparecen del todo, o por lo menos inmediatamente, en cifras de ingreso o crecimiento: mayor acceso al conocimiento, mejor nutrición y servicios de salud, medios de vida más seguros, seguridad frente a crímenes y violencia física, un tiempo libre más satisfactorio, libertades políticas y culturales y un sentido de participación en actividades comunitarias. El objetivo del desarrollo es crear un ambiente que permita a las personas disfrutar de una vida larga, saludable y llena de creatividad. La afectación a causa de la sequía de 144,000 personas, 80,000 familias en 1,250 localidades no es sólo por falta de agua sino también porque el desarrollo de estas comunidades se ha quedado rezagado y les afecta por ende mucho más en los 5 sectores fundamentales de nuestra entidad como son el social y el de salud (abastecimiento de agua, seguridad alimentaria, desnutrición, enfermedades respiratorias, intestinales y en la piel), agrícola (reducción del 80% de la producción con respecto al año pasado) ganadero (pérdida de ganado, reducción de peso, mayores costos de producción) y forestal (incendios, árboles secos, plagas y enfermedades). El Gobierno del Estado ha implementado un programa integral que busca sólo mitigar los efectos de la sequía a los más afectados con atención inmediata y reactivando la actividad ganadera, agrícola y forestal e incluso con programas de infraestructura muy ambiciosos aunque con muchos años de retraso. Es cierto que lo está haciendo sin publicidad (sólo la campaña de concientización de la población) y dejándose ayudar por otros sectores, pero no es suficiente. (No lo han dicho pero se temen por lo menos otros 5 años más de sequía).
Debemos seguir ayudando, conscientes de la gravedad de la situación, pero no cabe duda que la mejor ayuda es que llegue a ellos el progreso social (y no sólo crecimiento económico) que requiere que elijamos en los próximos comicios la mejor opción a favor de ellos y de todos (bien común) que excluya intereses particulares o de partido. Tu participación en las próximas elecciones es fundamental e incluye mucho más que ir a votar, mucho antes y mucho después (participación social).
Ni los conceptos de bienestar humano, ni las redes de seguridad social, ni la inversión en educación y salud pueden ser igualados al paradigma del desarrollo humano es un concepto integra que incluye estos aspectos, pero sólo como partes de un todo. El paradigma del desarrollo humano cubre todos los aspectos del desarrollo, ya sea crecimiento económico o comercio internacional, déficits presupuestarios o política fiscal, ahorro o inversión o tecnología, servicios sociales básicos o redes de seguridad para los pobres. Ningún aspecto del modelo de desarrollo cae fuera de su alcance, pero la posición ventajosa es la ampliación de las opciones de las personas y el enriquecimiento de sus vidas. Todos los aspectos de la vida -económico, político o cultural- son vistos desde esa perspectiva. El crecimiento económico, como tal, se convierte sólo en un subconjunto del paradigma del desarrollo humano.
El desarrollo debe poner a las personas en el centro de su preocupación ampliando todas las opciones humanas fundándose en cuatro pilares fundamentales: igualdad, sustentabilidad, productividad y empoderamiento. Además las nuevas necesidades en seguridad incluyen a las personas en su vida cotidiana -en sus hogares, en sus trabajos, en las calles, dentro de sus comunidades y en su entorno. No ya en mejores armas para los países, sino en mejores vidas para las personas. Con la experiencia que tiene de la humanidad, la Iglesia sostiene que cada hombre está llamado a promover su propio progreso, porque la vida de todo hombre es una vocación dada por Dios para una misión concreta. Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres?
El desarrollo integral podría parecer imposible en regiones donde la preocupación por el agua y la subsistencia cotidiana acapara toda la existencia de familias incapaces de conseguir un trabajo que les prepare para un porvenir menos miserable. Y, sin embargo, es precisamente a estos hombres y mujeres a quienes hay que convencer que realicen ellos mismos su propio desarrollo y que adquieran progresivamente los medios para ello. Esta obra no irá adelante, sin un esfuerzo concertado, constante y animoso que incluye la participación social y política. Pero que cada uno se persuada profundamente: está en juego la vida de los pueblos pobres, la paz civil de los países en vía de desarrollo y la paz del mundo. Ante esta sequía, ante esta violencia, ante estas elecciones; piénsale.
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