PIÉNSALE, PIÉNSALE
RESUCITÓ. Esta pausa de Semana Santa en medio de las campañas políticas que apenas empezaban a derramar dispendiosamente su publicidad sobre todo el país no les cayó muy bien, así que tuvieron que hacer un alto a sus actividades. Las trece semanas se redujeron prácticamente a once. Sin embargo para muchos de nosotros estos días no fueron de desperdicio políticamente hablando. Para empezar fue un descanso, un oasis, una pausa...
...en medio de esas oleadas de carísimas campañas (que además se pagan con nuestro dinero); se vivió un poco de paz, de convivencia familiar, de reencuentros, de vacaciones… pero además, la meditación sobre los misterios celebrados de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, sin duda trajo a la mente de muchos, los asesinatos de otros inocentes aparte de Jesús, la corrupción de otros Pilatos y Herodes, la traición de otros Judas y la cobardía de otras turbas manipuladas.
Las fiestas de Pascua renuevan la esperanza en todos los que se sienten derrotados, los que se sienten muertos, las víctimas de la sequía, de la corrupción, de la violencia retoman fuerzas para seguir luchando a pesar de las dificultades en la lógica del amor de donación, no de afecto sensible sino amor de comunicación, CON EL CORAZÓN LLENO DE ALEGRÍA hacia aquéllos que no saben todavía, que el Señor ha resucitado.
Es el inicio de una nueva vida, como ofrecimiento de si a los otros en nombre del Resucitado, siguiendo Su ejemplo, a través de descubrir los varios modos que el amor sugiere a cada uno. Debemos saber que la política, en su más puro concepto, es una de las mejores formas para amar al prójimo y realizarlo como ser humano. El que cargó sobre si todo dolor, toda injusticia y toda la violencia que entristece y aniquila al mundo, lo hizo para liberarnos de las ataduras deshumanizantes. La participación social es una opción de humanización y los que han vivido en plenitud el mensaje de Pascua, no pueden quedarse al margen de esta participación. Es una exigencia y una fuerza que viene de su misma fe, que le da sentido a la vida porque habla del triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre las tinieblas, del amor sobre el odio, de bien sobre el mal. En cambio, la desesperanza cree que todo ha terminado con la muerte de un inocente; cuesta trabajo vivir con alegría viendo como el terrorismo gana terreno, como se cierne la violencia; como se "reparten nuestras vestiduras"…
Pero es Pascua. Hemos pasado del egoísmo a la generosidad, de lo viejo a lo nuevo, de la enemistad a la amistad, de la división a la comunión, del individualismo a la comunidad, de "lo mío" a "lo nuestro". Es Pascua porque hemos pasado del miedo a la valentía, de la desesperación a la esperanza, de la duda a la certeza, de la tristeza a la alegría, de la muerte a la vida, de la tumba al jardín de la libertad. Es Pascua porque tú ya no eres extraño. Tú eres mi hermano. Porque tú ya no eres mi enemigo, juntos somos colaboradores. No nos hundimos en lo malo del mundo, nos consideramos capaces de hacerlo nuevo. Es Pascua porque: nos sentimos libres, vivimos la libertad, respetamos la libertad, hacemos posible la libertad.
Todo esto debe repercutir en nuestras opciones sociales y políticas. Es una invitación a la renovación de todas nuestras estructuras caducas y deshumanizantes. ES un fuego que consume todas las ataduras. Libertad definitiva. La paz que inunda como un torrente la perfecta alegría.
El desarrollo de nuestro país, exige además de una visión trascendente de la persona, necesita a Dios: sin Él, la política se le deja únicamente en manos del hombre, que termina por deshumanizarse. El amor, del que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es para nosotros la principal fuerza impulsora de una auténtica democracia y es el criterio que debe guiar nuestras opciones políticas. Desde esta manera de pensar, definitivamente esta Semana Santa no fue un desperdicio para la democracia. ¡Felices Pascuas de Resurrección!
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