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PIÉNSALE, PIÉNSALE

Participación. La democracia de los mexicanos es mediante su participación en el voto.

Participación. La democracia de los mexicanos es mediante su participación en el voto.

ARTURO MACÍAS PEDROZA

"Enójense las comadres y díganse sus verdades"

La problemática postelectoral trae un justificado descontento al reflejar las deficiencias de la democracia. Entre las características principales que deben tener unas elecciones democráticas es la aceptación de los resultados oficiales que resuelven en forma pacífica las diferencias de los candidatos. Sería maravilloso que después de unas elecciones limpias y democráticas...

...la sociedad optara por una unidad y colaboración de todas las fuerzas que hay en el país, superando las diferencias, para llevarlo al progreso y desarrollo. Pero viendo los reclamos que se están haciendo mutuamente los diferentes actores de la política tenemos la oportunidad de hacer un buen análisis de esos comicios y los defectos que debemos superar para hacer de esta democracia mexicana cada vez menos defectuosa, en el entendido que la democracia es la forma de gobierno "menos" mala que se conoce hasta el momento.

Las recriminaciones mutuas que se dan los partidos nos revelan las diversas y creativas formas en las que la dichosa democracia es dañada por los partidos, pero también nos invitan a hacer nosotros mismos un examen de conciencia como ciudadanos, habiendo sido no sólo ¡víctimas" voluntarias o involuntarias, incluso hasta colaboradores, o impávidos espectadores incapaces de alzar la voz ante tantas cosas evidentes que consideramos "normales". La compra de votos, el carrusel, el apoyo de gobiernos estatales, el acarreo, la publicidad engañosa, la propaganda negativa, la manipulación de datos… la lista sería muy grande y es bueno que conocer sus mecanismos. Es precisamente lo que estamos viendo ahora que "las comadres", que en general van de la mano para "compartir el botín", ahora sueltan "verdades" que descubre hasta dónde pueden llegar las acciones antidemocráticas y hasta dónde podemos ser parte de ellas.

El 4 de julio de 1976 ganó José López Portillo unas elecciones que no tenían candidato opositor. No tenía partidos y tampoco tenía ciudadanía. El sistema político mexicano era en aquellos años un régimen presidencialista, de partido único que repetía cada seis años unas elecciones y un curioso rito de entrega y recepción del poder. Todo un teatro que buscaba legitimar y justificar un gobierno incomprensible y complejo en medio de una América Latina llena de dictadores y plagada de golpes de Estado. Su mérito fue estabilidad, paz y gobernabilidad.

Pero no podía sostener la simulación de democracia a riesgo de perder legitimidad y credibilidad. Un proceso de transición democrática lento (25 años), gradual, no pactado, no planeado, pacifista, complejo y accidentado dio lugar a la democracia que hoy tiene México. El problema para pretender abrir o construir una democracia plural y participativa está en que somos un pueblo culturalmente autoritario y tradicionalmente sumiso. El que espera órdenes. El que aguarda a que le lleguen las instrucciones. El acostumbrado a obedecer. El que aguanta. El que espera. El que tiene muy pocos ejemplos y casos en su historia que le permitan hablar de auténtica democracia. Un diálogo elocuente en "Pedro Páramo" de Juan Rulfo nos retrata esta realidad:

"-Nos hemos levantado en armas.

-¿Y?

-Y pos eso es todo. ¿Le parece poco?

-¿Pero por qué lo han hecho?

-Pos porque otros lo han hecho también. ¿No lo sabe usté? Aguárdenos tantito a que nos lleguen las instrucciones y entonces le averiguamos la causa. Por lo pronto ya estamos aquí".

En 1977 los partidos como entidades de interés público se hacen promotores de la construcción de ciudadanía y poco a poco fuimos aprendiendo qué era eso de la democracia electoral en serio y adquirimos una gradual conciencia y cultura democráticas que obligó a muchas de las reformas más profundas que permitieron al régimen transitar a un verdadero sistema democrático electoral. Del 1988 al 1994 se modernizó el sistema de partidos, se crearon órganos electorales autónomos, la credencial de elector con fotografía. La primera elección abierta y democrática fue en 1994 que trajo más reformas y cambios. Este breve resumen de una larga transición a la democracia contextualiza lo que estamos viviendo hoy. Hoy México puede y debe sentirse orgulloso del cambio democrático electoral que se ha construido a lo largo de esto años. La democracia electoral existe, pero no termina de funcionar a plenitud como democracia política, como democracia real. No hemos mejorado mucho en el ejercicio cotidiano del gobierno en democracia. No sabemos muy bien cómo darnos gobierno y rumbo desde la pluralidad. No nos ponemos de acuerdo para las grandes reformas y nos falta aprender a gobernar con formas, con cultura y con prácticas cotidianas democráticas. Falta mucha democracia participativa y somos uno de los países con menos organizaciones de la sociedad civil de América Latina y un activismo ciudadano limitado y muy pobre. Los reclamos postelectorales dan prueba de ello. Sentimos inconformidad, pena, desencanto de la democracia.

En "La democracia en América" dice Alexis de Tocqueville: "En Estados Unidos, como en todos los países donde manda el pueblo, la mayoría es la que gobierna en nombre del pueblo. Esa mayoría se compone principalmente de ciudadanos pacíficos que ya ese por gusto o por interés, desean sinceramente el bien del país. En torno de ellos se agitan sin cesar los partidos, que tratan de atraerlos a su seno y de apoyarse en ellos". En México es al revés. Somos los ciudadanos los que nos agitamos sin cesar en torno a los partidos para participar, para que avancen las reformas, para que pase lo que queremos que pase. Es una "partidocracia" sin ciudadanía. Los poderes económicos, los sindicatos y los partidos concentran el poder. La democracia sirve para elegir pero no para gobernar en nombre del interés público. De la mayoría.

¿No da los frutos que esperábamos? ¿Hubo demasiadas expectativas? ¿Es la democracia que se puede lograr? ¿Estamos decepcionados? Hay democracia pero no llega el cambio prometido. No llega el empleo, no se mejora la educación, no se supera la inseguridad. ¿Cansancio? ¿Aburrimiento? ¿Resignación? ¿Desinterés? ¿Indiferencia? ¿Pereza democrática? Pero la pregunta fundamental es: ¿Cómo hacemos que una democracia electoral se convierta en un buen gobierno democrático? Piénsale y Participa.

piensalepiensale@hotmail.com

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