Las fiestas patrias nos dan la ocasión de volver la mirada a los acontecimientos sobre los que se funda nuestro país para comprender nuestra identidad, asumir objetivamente nuestro pasado y proyectar hacia nuevos rumbos nuestro porvenir. Una revisión desde la razón nos puede guiar e iluminar para entender la gestación y el crecimiento de nuestra nación como un proceso siempre prolongado y nunca totalmente acabado...
... con luces y sombras que hay que ver con espíritu generoso y agradecido hacia quienes contribuyeron a su realización.
Los cambios en la presidencia y en las cámaras legislativas a nivel nacional y las situaciones de nuestra región deben estar bajo la lupa de todos nosotros para actuar e influir en ellas. La democracia no termina con las elecciones. Participar, organizarse, protestar, trabajar, promover…, todo lo que sea necesario para construir este México lindo y querido. Las reformas liberales de los cuatro últimos gobiernos no han satisfecho las expectativas prometidas de crecimiento económico ni el proceso democrático ha dado los frutos esperados. La lucha electoral ha exacerbado las diferencias políticas de una sociedad desencantada con la derecha, dominada aún con la corrupción, la impunidad y la violencia y que no ha visto una alternativa novedosa en la Izquierda.
Ante la difícil situación de violencia por la que atraviesa nuestro País no podemos despreocuparnos de él. Es un deber incontestable buscar con una perspectiva histórica amplia una mejor comprensión de los sucesos de nuestra Patria, no siempre bien interpretados por ideologías o sistemas de pensamiento presentes en nuestro México actual.
Una clave de interpretación de nuestra historia es la optimista que se basa en la confianza de que ésta, aunque depende mucho del recto uso de nuestra libertad, es llevada bajo el dominio de un poder que interviene en ella, que nos hace creer que el bien es mas poderoso que el mal, que la vida vence la muerte y que el amor vence al odio. No es un sosegado y apacible estar en la indiferencia sino una exigencia de cada uno de nosotros de optar por la participación en esta dinámica y entrar con esta actitud a hacer Patria. La conmemoración de la Independencia no puede agotarse en un mero recuerdo de ciertos hechos que han marcado nuestro pasado y que han preparado lo que actualmente somos, es necesario pensar cuál es el proyecto nuevo que nos pide nuestra Nación. Un proyecto que antes de reflejarse en la vida social exige pasar por el ámbito de la conciencia personal, de las convicciones, de los estilos de vida que lleven a una transformación personal profunda de actitudes, a un cambio de mentalidad que transforme e impacte la propia vida y el entorno social. Este cambio renueva el modo de cómo vivimos y cómo nos responsabilizamos de la realidad que nos toca afrontar.
Hacer patria es promover todo aquello con lo que el país necesita para afinar y desarrollar sus innumerables cualidades físicas y espirituales. Construir un ambiente a la altura de su dignidad y lograr transmitir sus valores de manera vital a las nuevas generaciones. Cada comunidad desarrolla su propia cultura con peculiaridades que proceden de su historia, su geografía y su particular idiosincrasia. La nación Mexicana, desde este punto de vista, es una realidad cultural que no puede ignorar elementos importantes que manifiestan su profunda herencia y su particular modo de ser como pueblo, marcado de manera directa o indirecta por los valores que provienen de sus raíces culturales como la religión, el lenguaje, las costumbres, las leyes, la alimentación y en general todo lo que ha contribuido y sigue contribuyendo a delinear el perfil de nuestro Pueblo.
La nación es una realidad socio-cultural anterior al Estado. Lo trasciende, No es sólo su gobierno o sus ciudadanos actuales, sino una realidad cultural profunda que posee una soberanía en la que la Independencia debe ser interpretada con base en la continuidad del mismo pueblo que conforma esta Nación. Esto muestra que las estructuras del Estado para cumplir con su fin deben colocarse al servicio de la Nación y no viceversa. De este modo, México no necesita un "proyecto de Nación", sino "un proyecto al servicio de la Nación", que permita reproponer lo más valioso de lo que hemos sido para poder darle auténtico futuro a lo que actualmente somos. En este esfuerzo, el compromiso tuyo y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad es esencial. Todos somos protagonistas de nuestra historia. Nadie debe quedar fuera de esta activa y consciente construcción de nuestra Nación. No dejes que otros la destruyan o hagan de ella algo que tu no quieres. Somos protagonistas todos, en la construcción de un futuro con esperanza. Para avanzar en la agenda social y política de nuestro País, es preciso reconocer e implementar mecanismos que garanticen la participación activa de todos los ciudadanos, buscando en el respeto mutuo un equilibrio social. Independencia ya no de un dominio español sino de nuevas esclavitudes y dependencias. Es fundamental que estos criterios democráticos se vean reflejados en las leyes que nos rigen. Una Ley que pasa por encima o no reconoce las implicaciones de la dignidad humana y la libertad de los ciudadanos, debe ser corregida. Exigir a la nueva legislatura que hemos elegido, leyes para México y para los mexicanos, independientemente de intereses particulares o de partido.
La conmemoración de la Independencia nos da ocasión para aprender que nuestra historia es algo más que el sucederse de guerras y revoluciones. Las treguas de la violencia, los momentos de paz, han sido en realidad los que han permitido realizar obras culturales duraderas. Especialmente debemos valorar la búsqueda de la libertad y la identidad en la Independencia; la justicia y la democracia en la Revolución Mexicana. Reconociéndolos los incorporamos a otros valores que nos permitan responder a las nuevas exigencias de esta realidad histórica que vive nuestro País, dentro de un contexto global. Un pueblo logra su auténtico desarrollo cuando actúa en fidelidad a los aspectos esenciales de su identidad cultural, que están en consonancia con los principios constitutivos de la persona y su dignidad. Justamente en este camino de desarrollo, cada uno de nosotros tenemos un aporte original que debemos ofrecer a nuestra Nación.
¿CÓMO ESTÁ ACTUALMENTE EL PAÍS?
El reto está en destruir los pactos que inhiben el crecimiento económico (sindicatos, monopolios, gobiernos corruptos…), tapar las fisuras de nuestra democracia y superar las desigualdades sociales. La reforma política comenzada en 1977 no llega al cambio prometido por falta de sentido de ciudadanía.
Está aún pendiente el debate sobre reformar o mantener las instituciones heredadas del régimen autoritario. El 10 % de la población concentra el 41.3 por ciento de la riqueza nacional, manteniendo su vigencia 200 años después de la afirmación del barón de Humbolt de que la Nueva España era "la tierra de la desigualdad".
A pesar de la diversidad étnica y cultural representa un componente fundamental de la identidad mexicana, la situación de los pueblos amerindios (15 700 000 personas), no está resuelta, entre otras cosas porque se enseña a admirar al indígena ancestral, pero se ignora y discrimina al indígena presente.
La delincuencia organizada ha puesto en crisis a la clase política. Hoy, las posiciones para combatir a los "narcos" están divididas. No hay soluciones rápidas ni fáciles para salir de esta situación. El Estado sigue estando rezagado por los grupos mafiosos. Buena parte del fracaso está en la falta y/o en la ineficiente colaboración de autoridades y policías locales.
A pesar de nuestra dependencia de Estados Unidos, México salió relativamente bien librado de la gran recesión de 2009-2011. Ahora las perspectivas económicas son alentadoras y admiten ser comparadas con las de los países emergentes. La seguridad, la emigración y el narcotráfico marcan la agenda de las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos. Buena parte de la "relación especial" de cooperación se basa en la repercusión directa que la estabilidad económica, política y social que México ejerce sobre la seguridad en la frontera.
Éstas son algunas de las tareas en esta encrucijada que vive el país. Conociéndolas y actuando en ellas podremos construir el México que deseamos.
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