Son muchas las personas que se ven obligadas a comer en el mismo escritorio donde trabajan.
Si sacamos la cuenta, de los siete almuerzos de la semana, cinco se hacen en el trabajo o en el marco del horario laboral. Hay empresas que cuentan con comedores subvencionados para sus empleados, pero la gran mayoría no dispone ni siquiera de un espacio separado de las oficinas para comer. Son muchas las personas que se ven obligadas a comer en el mismo escritorio donde trabajan.
Para poder hacer el merecido corte del receso que representa la hora del almuerzo, es saludable disponer el espacio de manera grata, que ayude a olvidar que seguimos en el escritorio. Esto lo podemos lograr de muchas y económicas maneras. Lo ideal sería contar con un lugar aparte para almorzar. Si no es el caso, habría que negociar una mesa -la de reuniones, por ejemplo-. Si tampoco hay, disponer de una como las plásticas, que desarmadas se pueden esconder en cualquier parte, y si toca escritorio pues desalojar todos los papeles.
Cualquiera que sea el escenario, corresponde diseñar una ambientación, que puede construirse de manera rápida con pocos elementos: mantel de tela o plástico -hay bellísimos- o individuales, platos, vasos y cubiertos. Los materiales utilizados en los individuales son infinitos y los colores también, creo que en la variedad está el gusto, uno se compra varios o cada comensal compra un juego y se van turnando.
Los protagonistas
Ya con la ambientación lista vienen los protagonistas de la obra: los alimentos que llevamos. El transporte diario de nuestro almuerzo debe ser preferiblemente en bolsos térmicos, cómodos y bonitos, y en envases adecuados sobre todo considerando el riesgo de que se derrame el contenido.
Hasta hace muy poco tiempo contábamos -a mi manera de ver- con una sola marca que ofrece envases de plástico de gran calidad y casi herméticos. Pero desde hace un tiempo se consiguen en el país otras marcas y variedad de presentaciones de envases (con el sistema de cuatro cierres herméticos con silicón, tanto de vidrio refractario como de plástico, que verdaderamente evitan cualquier derrame del contenido).
La posibilidad de contar con un envase adecuado refractario suma opciones a la hora de planificar el menú para llevar. Lo pueden hornear en el acto o sencillamente congelar y hornear la noche antes de llevarlo. El envase resiste perfectamente las dos temperaturas extremas y tiene buena presentación.
Soy partidaria de sacar la comida de los envases en los que han sido transportados, salvo honrosas excepciones como el caso de preparaciones horneadas como soufflé, y usar vajillas para servir el almuerzo. La melamina ofrece una digna variedad de resistentes vajillas. Gracias a la evolución del diseño hay bellezas en piezas casi irrompibles a precios muy accesibles.
Al convertir en un rato amable el ritual de comer en la oficina retomaremos las labores de la tarde con buen humor o por lo menos de manera plácida.