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PLAZA PÚBLICA

Plaza Juárez: Los Sitios de Autos (II)

HÉCTOR RAÚL AVENDAÑO

Han de disculpar, pero nos fuimos a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, por supuesto que llevábamos preparada la respuesta por si (las moscas), nos preguntaban sobre nuestro libro predilecto y tal como lo pensamos, sucedió:

El día de ayer en la inauguración, por más que nos escabullimos entre el gentío, al transponer la puerta principal nos identificaron los reporteros y camarógrafos y, en bola y a boca de jarro, nos la soltaron y "sopas" que de inmediato les contestamos, para tantearlos: "Las Mil y Una Noches" del barón francés Giles de Rais: Barbazul. Quedaron atónitos. Mas, pronto uno de ellos salió de la sorpresa y nos corrigió: -Ese es un libro de origen oriental, perteneciente a la cultura islámica y es de autor anónimo-. Otro, de inmediato, le rectifica: -te equivocas, no se refiere a los cuentos de Sherezada (Schahrazada), sino a relatos de carácter erótico, que yo considero, el autor es un tal Casanova, o bien, Bocaccio. -No se hagan bolas- interviene un tercero: -Esos cuentos los escribió nada más y nada menos que Don Juan Tenorio…

Entablada la discusión y acalorados los ánimos, el suscrito aprovechó la melé y ni tardo ni perezoso se hizo perdedizo entre la multitud. Al parecer la polémica culminó a golpes y en la comisaría. Yo, por mi parte, terminé tranquilamente en la Conferencia Inaugural.

Cronista por favor a lo que te truje: a terminar el simpático episodio de los Sitios de Autos de la Plaza de Gómez.

Decíamos, pues, en nuestra entrega anterior (Edición G.P. y Lerdo de "El Siglo", Nov. 18/2012 Pág. 3E2) que los automóviles de sitio desde su aparición, han prestado un importante servicio a la comunidad gomezpalatina y sus operadores han sido personas apreciadas y valoradas en su quehacer.

Añadiremos que don Teófilo Manuel Torres Arredondo, acompañado de su esposa e hijos mayores, inmigraron de Cañitas, Zacatecas en los años de la Segunda Guerra Mundial y al instalarse en Gómez, inmediatamente se hizo de su automóvil y de la concesión para servicio público, inaugurando el Sitio de la avenida Hidalgo e Independencia.

Don Manuel fue un precursor de la liberación femenina, ya que enseñó a operar vehículos automotores a las primeras damas de sociedad, que se "aventaron" a manejar por las anchas y polvorientas calles de nuestra antigua ciudad. ¡Esa es mi vieja!, gritaban orgullosos los maridos, cuando se veía venir la polvareda.

Al transformarse la Compañía Limitada de Tranvías de Lerdo a Torreón (por haber cesado sus servicios) en Cooperativa de Transportes del Nazas, S.C.L., don Manuel, tuvo a su cargo la capacitación de los nuevos operadores de los "Los Tranviarios" (así se identificaban popularmente sus autobuses) que cubrían las rutas Gómez, Lerdo, Torreón y viceversa. Con el tiempo, don Manuel Torres se constituyó, por antonomasia en la "escuela de manejo" durante muchos años hasta que finalmente dejó de laborar.

Muchos otros propietarios de autos y choferes de sitio, gozaban de la confianza de las familias gomezpalatinas y se convertían en los predilectos para llevar a las señoras de compras a Torreón, a los niños a los colegios y a los señores a sus convivencias en las tertulias donde se brindaba por los buenos propósitos y hasta en viajes de negocios a otras ciudades. ¡Profesionalismo, prestigio y honorabilidad!

Al automóvil de sitio le sucedieron los autobuses de la ruta Circunvalación, (actualmente desaparecidos) que como su nombre lo indica le daban la vuelta a la ciudad y los que iban a los ejidos y rancherías. Asi mismo, los de Transportes Laguna (anteriores a "los tranviarios") que después, y hasta la fecha, se denominan Transportes Moctezuma de la Laguna, S.A. de C.V., que al igual que el tranvía tocaban las ciudades de Gómez, Lerdo y Torreón. Y sin olvidar los vehículos de transporte escolar de los colegios particulares.

Todo, todo cambia. Y todo tiende a mejorar. De Tranvía de Mulitas a Eléctrico, a carros de sitio, a autobuses para las tres ciudades hermanas: Torreón-Gómez-Lerdo. Por eso tenemos fe en el esperanzador equipo de transición del próximo Presidente de México, Enrique Peña Nieto.

En ese equipo destaca el Licenciado Felipe Solís Acero, a cuyas órdenes trabajé en el Instituto Federal Electoral, allá por los años noventa, él como Director de Organización Electoral y, el que escribe, como Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital y Presidente del Consejo Distrital Electoral en Gómez Palacio.

Cumplida con éxito nuestra misión, coincidimos nuevamente como legisladores del Partido Revolucionario Institucional, él como Diputado Federal y un servidor como Diputado Local. Porque lo conozco y sé de su capacidad, tengo la seguridad de que Solís Acero, será uno de los hombres que más destacarán en la próxima Administración Federal.

Bueno, bueno, ya párale cronista, sino van a decir que ya andas queriendo acomodarte. Mejor sigue con tus "cotorras" crónicas de nuestro amado Gómez Palacio.

Vayamos pues, a las esperadas anécdotas de nuestros "sitieros": Cierto día se recibió una llamada en el sitio Iris, el de la calle Centenario. Descolgó el teléfono un chofer recién desempacado -Véngase, con escalera- se escuchó en el auricular y sin más contesta: -Esta usted, jodido, no soy bombero- y colgó. Mateo Fraire, que se encontraba cerca, le pregunta ¿quién habló? Le explica el novato lo sucedido. A lo que Mateo, le recrimina: ¡Como es güey, era don Gabriel Escalera, cliente preferente, que nos ocupa desde la mañana hasta el mediodía y siempre paga muy buena feria!

Don Gabriel Escalera Valdez, importante transportista de carga, propietario de camiones Torthon y Tráileres, padre de mis amigos Gabriel, Alma Leticia, Luis Fernando, Sergio Armando y la guapísima Rocío Escalera Silva, a quien tuve el privilegio de acompañar como chambelán de oro en su fiesta de quince años. ¡Ya llovió!

En aquellos años cincuenta, sesenta, los sitios eran pocos: Aparte de los siete de la Plaza, se sumaban: El Diamantina, por la Madero en el Hotel Monárrez; el del Parque Morelos, por la Ocampo; El Imperial en Ocampo y Allende; el del Centro de Salud, en Justo Sierra y Aldama; el de "La Cascada", por Patoni y Victoria y los ubicados en el templo del Sagrado Corazón de Jesús, por Matamoros, el del I.M.S.S., por la calzada J. Agustín Castro y el de la Escuela Primaria "Rafael Valenzuela", por la Mina (mi Escuela de Tercer y Cuarto años, con la inolvidable y querida maestra Tomy Wong). Los coches de los sitios escasamente alcanzaban, por entonces, la cifra de 100.

Todavía no llegaban el Taxímetro de los "Ecos", las "Combis" y las múltiples rutas de autobuses urbanos que han ido creciendo, acompasadas, al ritmo de la población. Lejos muy lejos, perdidas en el tiempo, se quedan las "dejadas": $3.00 la local; $7.00 u $8.00 al centro de Torreón y $15.00 a Torreón Jardín. Viajes a la ciudad de Durango $250.00 y con vuelta, otros $100.00 más. ¡Esos eran otros tiempos, cuando la gasolina costaba ochenta centavos el litro!

No hables de cosas tristes Cronista, mejor "aviéntate" como tu sabes. Va pues:

El capitán Quevedo, militar muy conocido por lo recio, (léase más bien lo abusón) en Gómez por aquellos años de que venimos hablando, un día le dio por entrarle al negocio de los carros de sitio y se compró el suyo, quedando adscrito al sitio Iris de Centenario y Morelos.

Así las cosas. Nos platica Mateo Fraire (otra vez, Mateo) que en una ocasión se le subió al carro de su propiedad, un soldado, un poco más que "medio chiles" y le pidió que lo llevara a Santa Rita, por el lado de Ferroaleaciones, esto es, por la carretera Gómez-Gregorio García, lugar donde estaba acantonado un piquete de militares. Lo llevó a su destino y al llegar a la puerta del lugar, el soldado le pregunta qué de a cuánto va a ser la "dejada" -Quince pesos- le dice Mateo. -Pues hay te los debo- le contesta el beodo. Mateo, le replica: -pues te vas a meter en una bronca, este carro es del capitán Quevedo. -Espérame tantito- dijo el soldadito y se metió corriendo para regresar, igual, trayendo, ya muy mansito, los $15.00. ¡Donde aprieta no chorrea!

Los autos de servicio público, tienen tantos usos como facetas, malas y buenas. En las últimas décadas del Siglo XX, malandrines disfrazados de ruleteros o ruleteros disfrazados de malandrines asolaron la Región, utilizando aquellas "chatarras" enormes de Ford Crown Victoria, Galaxie, Plymouth, Chevrolet, muy comunes en las rutas, para desvalijar las casas habitación y los comercios. En sus amplias cajuelas les cabía toda una recámara. No te des por aludido "Diablo", tú eres un ejemplo auténtico de la cultura del esfuerzo: Lic. Alfredo Miranda Castillo, compañero de la Primera Generación de Licenciados en Derecho de la U. A. C., en Torreón.

¡Hay les va la buena! En los autos de servicio público se dan hasta prodigios. El pasado jueves en nuestra ciudad, un Tsuru Blanco, de la base gremial del ejido Lucero, se convirtió, como por arte magia, en cigüeña y trajo a un bebé de la joven señora Blanca Nayely Espino Hernández, quien al no alcanzar a llegar a la clínica que la esperaba, con ayuda de un elemento femenino de la Policía Municipal de Gómez Palacio, pudo escuchar el primer "berrido" de su vástago. ¡Bien, por el servicio público!

Ya encarrerados nos gastamos, otra que nos regaló Benjamín Garay Hernández, muy buena: Sucede que en el poblado Dinamita, de nuestra municipalidad, existía una tienda de abarrotes muy bien surtida, propiedad de unos chinitos de apellido León.

Uno de ellos, de nombre Melesio, llamaba muy seguido al sitio Iris, para solicitar un servicio que lo trasladase a la ciudad de Torreón para abastecerse de mercancía. Como era muy común la rotación de choferes en todos los sitios le tocó a uno, que acababa de incorporarse, contestar la llamada: ¿quién habla? Del otro lado, le contestan: -habla Melesio el de Dinamita. El chofer no le entendió, insiste: -¿quién dijo? Le vuelven a contestar: -habla Melesio. Confundido el chofer le responde más fuerte: ¿Quiieeén haablaaa? El chinito le repite la misma frase. El chofer desesperado abandona el teléfono, tomándolo, en el acto, otro de la vieja guardia para contestarlo y, hecho lo anterior, le manifiesta a su compañero: -No te estaban pidiendo que le subieras al volumen. ¡El señor, es, Melesio de Dinamita, nuestro viejo cliente, que solicita un servicio a Torreón!

Para concluir, les enviamos un mensaje de buena voluntad a los operadores del servicio público, para que fortalezcan la cordialidad entre ellos y la ciudadanía, entre la que se encuentran sus usuarios y favorecedores…Nos encontramos el próximo domingo. D.M…Agur…

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