RUEGO
Señor, yo que extraño tu presencia,
Está aquí mi alma sin malicia
Está pidiéndote tu amor y tu justicia
Y que no me castigues con tu ausencia.
Ya que Tú me salvaste con clemencia
Pues eres la mano que propicia,
Ordenando así tu santísima milicia,
A darme tu perdón y apresurar docencia.
Pues Tú eres justo y bondadoso
Para el humano que vive fríamente
Y también eres dulce y muy honroso
Para aquél que te pide dulcemente
Recibe mi ruego entero, y presuroso,
Y haz que pueda gozarte eternamente.
Del libro:
"En el Alarido de lo Inmarcesible".