Los niveles de pobreza en Argentina han generado un debate porque el gobierno asegura que afecta sólo al 6.5 por ciento de la población, pero estudios privados elevan esa tasa hasta un 21.9 por ciento.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) aseguró en abril pasado que la pobreza afectaba a un millón 640 mil argentinos, lo que representa la tasa más baja de los últimos 30 años.
La indigencia, en tanto, también llegó a niveles récord y prácticamente desapareció, ya que impacta únicamente al 1.7 por ciento de la población, de acuerdo con el reporte del Indec.
En Argentina, la pobreza se mide con base en la capacidad que tiene una familia tipo –madre, padre, dos hijos- para adquirir una canasta básica de alimentos, la cual tiene un valor mensual de 317 dólares.
El problema es que el Indec fue intervenido hace cinco años por el gobierno y desde entonces sus cifras no son confiables para expertos, sobre todo en inflación, pues sólo reconoce alzas en el costo de vida menores al 10 por ciento, que las consultoras privadas triplican.
A partir de encuestas propias en hogares y con base en la llamada “inflación real”, la Universidad Católica de Argentina publicó un estudio en el que desmintió la pobreza reportada por el gobierno y aseguró que asciende al 21.9 por ciento de la población.
La indigencia no sería del 1.7 por ciento, sino del 5.4 por ciento, es decir, que afectaría a dos millones de personas, debido sobre todo al constante aumento de precios que no son reconocidos por las autoridades, según la casa de estudios católica.
El reporte añadió que “los mayores riesgos de pobreza se concentran entre los hogares con niños, cuando los jefes no tienen secundaria incompleta o no cuentan con otra opción que tomar un empleo precario, también los que viven en villas miserias”.
Por parte del gobierno, insisten en defender las cifras oficiales y en contrastarlas con el 54 por ciento de pobreza que sufría el país en 2003, cuando comenzó el gobierno del fallecido ex presidente Néstor Kirchner y que luego continuó su esposa, Cristina Fernández.