La obra pictórica 'El milagro de las rosas', una extraordinaria obra de arte novohispano realizada en óleo sobre tela por Juan Correa (1646-1716), saldrá a subasta el próximo 26 de enero, con un precio de salida de 600 mil pesos, aunque se espera alcance los 800 mil pesos o más.
El cuadro es la pieza 47 de la subasta 619 que realizará una casa especializada de esta ciudad, y aunque presenta detalles de conservación y restauración, es de incalculable valor estético y artístico por ser de uno de los artistas más connotados de la Colonia.
La obra representa al obispo Fray Juan de Zumárraga de rodillas con ambas manos sobre el pecho, en actitud de asombro frente a Juan Diego, quien abre su tilma esparciendo por el suelo las rosas de Castilla al tiempo que descubre la imagen de la virgen de Guadalupe. Cuatro testigos complementan la escena.
Juan Correa, hijo de padre español y madre mulata, nació en la Ciudad de México en 1646. A temprana edad ingresó como aprendiz al gremio de pintores, poco después alcanzó el grado de oficial y hacia 1687 presentó el examen para el nivel de maestro, el cual aprobó con todo tipo de distinciones.
Para muchos expertos es sorprendente el hecho de encontrar a un descendiente de africanos conquistar el grado de maestro de gremio. Correa, consciente de la trascendencia social de este alcance, firmó en varias ocasiones sus cuadros haciendo alusión a este hecho, con las palabras 'Mulato libre, maestro pintor'.
Se estima que para 1671, a la edad de 25 años, el trabajo de Correa ya era considerado como 'obra de alta calidad', acumulando fama y aprecio entre la sociedad novohispana de su tiempo. Viudo y sin descendientes, se casó con Ursula de Montoya, con quien tuvo cuatro hijos: Miguel, Francisco, Diego y Felipa.
Miguel y Diego heredaron el gusto de su padre por la pintura. Miguel llegó a ser oficial y Diego alcanzó el cargo de maestro. Juan Correa fundó un taller que alcanzó gran relevancia, donde produjo gran cantidad de obras, religiosas y civiles, cumpliendo las normas de culto indicadas en el concilio de Trento.
Además de maestro, fue veedor, puesto designado en 1706 por elección. Este cargo era el más importante en la jerarquía de su gremio, otorgado únicamente a los maestros más destacados en su oficio. Su obra refleja la influencia barroca que en la plástica abarca una gran variedad de temas.
En la actualidad, el público puede encontrar, conocer y admirar obras de su autoría en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, en la de Toluca y en la de Durango, así como en los acervos de los museos Nacional del Virreinato y Franz Mayer, entre otros.
