A dos semanas de la elección presidencial de EU, aumenta la percepción de que Mitt Romney es presidenciable y la idea de que el candidato presidencial republicano podría sacar a Barack Obama de la Casa Blanca y ser el próximo presidente.
Son varios los factores que nutren el ánimo pro Romney entre la comentocracia, la clase empresarial, los medios de comunicación, el electorado en general y hasta en el mismo Partido Republicano, que hace apenas unas semanas se distanciaba de algunos de los comentarios de su propio candidato, como aquél error de acusar al 47% de la población de vivir y abusar de los programas sociales.
El ánimo pro Romney se nutre en primer lugar de algunas encuestas como la que Gallup presentó el fin de semana y que le da al candidato republicano 6 puntos de ventaja sobre Barack Obama. Sin embargo, la porra de Romney no se detiene en los detalles y no explica que esa encuesta mide "votantes posibles", es decir aquellos que afirman que irían a votar y no "votantes registrados", aquellos que cumplen con los requisitos para ir a votar en sus estados.
Esa diferencia es importante, ya que entre votantes registrados, Obama mantiene una ventaja de 1 punto porcentual en la encuesta mencionada. En todo caso, si se toma solamente a Gallup, los candidatos están en un empate virtual en el voto nacional, pero además en el sistema electoral estadounidense éste no es el importante, sino el del Colegio Electoral, en el cual Obama continúa a la delantera, con todo y pese a que Florida -uno de los 8 estados más importantes para esta elección- ya parece estar más del lado de Romney.
La esperanza en Romney también se refleja en la máxima de "follow the money". De acuerdo con el Washington Post, Mitt Romney y los republicanos han recaudado "un poco" más de dinero que Obama y los demócratas - unos 6 millones de dólares de diferencia- además de que Romney ha gastado menos de ese dinero y por ello conserva unos 120 millones de dólares más que Obama para el cierre de campaña.
Sin embargo, al comparar de dónde viene ese dinero se contrastan los tonos de las campañas: Romney ha recaudado 171 millones de dólares de los millonarios estadounidenses -incluida la donación de 17 millones del texano Bob Perry- mientras que Obama ha sido más exitoso en recaudar fondos de campaña entre el electorado en general, en la clase media y hasta en pequeños donantes- precisamente el éxito de su campaña del 2008.
Los sueños de un presidente Romney se afianzan también en la idea de que el candidato republicano "creció notablemente" y "revivió su campaña" después del primer debate presidencial, "se defendió" en el segundo y aún no se sabe cómo le irá en el tercero que pasará en unas horas, después de haber terminado esta columna.
En efecto, los debates presidenciales tienen la virtud de darle información a los votantes sobre los candidatos y de darle un momento teatral a la competencia electoral, al menos desde que Abraham Lincoln debatiera con Stephen Douglas por un asiento en el Senado de Illinois en 1858 y 100 años después Nixon y Kennedy hiceran lo propio por la Casa Blanca.
Pese a ello, el efecto que tienen los debates en la intención del voto no es tan clara. Hay abundante literatura académica que concluye que los debates realmente no cambian ni influyen la intención del voto, a menos de que una elección esté realmente cerrada en estados que sean clave para el Colegio Electoral. Lo que sí parece haber importado ha sido la forma en la que los emisarios de Romney han trabajado los días posteriores al debate, posicionando a su jefe - porque quienes salen en medios allá son integrantes de las campañas principalmente- como el ganador del debate o minimizando una pérdida.
Los simpatizantes de Romney han sido más hábiles que los de Obama en las narrativas de los post debates, el llamado spin. Gracias a éste, tras el primer debate a muchos se les olvidó que Romney es millonario, mormón y que ha mantenido posiciones incoherentes respecto a temas como la reforma al sistema de salud o al aborto. Gracias a ese spin, Romney salió del primer debate con una imagen de "presidenciable", de "listo para liderar", como un hombre que conecta con el electorado, que sabe explicar sus posturas económicas- aunque mienta- y que no está alejado del estadounidense promedio.
Tras el segundo debate, y pese al pobre desempeño del republicano, el spin pro Romney lo posicionó como un resbalón que no afecta sus posibilidades de ganar. A lo largo de esta semana saldrán encuestas que nos dirán "quién ganó" el tercer debate, pero una vez más, lo más importante será ver cómo se da la guerra por el spin en las dos últimas semanas de la elección presidencial y si un debate concentrado en política exterior y no en la economía- el tema más importante para el electorado estadounidense este año- mueve las intenciones del voto en estados como Ohio, Colorado, Iowa, Wisconsin, New Hampshire, Nevada, Virginia y el anfitrión del último debate, Florida.
Por todo lo anterior, quienes desean la victoria de Romney aún tienen que esperar a que la señora gorda - el electorado- termine su canto el 6 de noviembre.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano