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Primavera mexicana

Diálogo

YAMIL DARWICH

Primero fue la primavera de Praga, luego la árabe, que conmocionó al Medio Oriente y logró la caída de algunos líderes tiranos y la moderación de otros; luego los indignados de España, que permanecen vigentes, como denuncia de la ineficiencia del sistema económico político de aquel país y Europa, movimiento que tiene eco en todo el mundo; ahora, aparece el "Soy 132", de México, que está creciendo día con día, a lo largo del territorio nacional y que ha llamado la atención a jóvenes de otras partes del planeta.

Todos estos movimientos sociales representan intentos de evolución y tienen particularidades comunes: son organizados y movidos por jóvenes, la mayoría de ellos universitarios, a los que se les llegan a unir otros grupos de intereses y edades varias, entre ellos trabajadores y maestros, que simpatizan con la idea del cambio, además de buscar validar sus demandas particulares, caso de los campesinos de Atenco, del Estado de México.

La otra particularidad es que se declaran apartidistas, concepto distinto a ser apolíticos, quienes por sí mismos, con el movimiento social que han levantado, lo están confirmando.

De hecho, recuerde que todos los seres humanos somos gregarios por naturaleza y, por tanto, políticos.

En el caso mexicano, se reconoce sobradamente la causa: la injusticia social y los altos niveles de corrupción que han infestado a todos los sectores sociales y políticos, que si bien es cierto no son nuevos en nuestro país, si han llegado a niveles imposibles de continuar soportándolos.

Vuelve a aparecer el círculo vicioso que desde siempre nos aqueja, donde la corrupción favorece la impunidad y ésta hace aflorar las más grandes de las injusticias y la generación de violencia, muy intensa con los grupos criminales, pero también sorda y subterránea entre aquellos que detentan poder económico y/o político y poseen la fuerza física que, sin titubear, la aplican para defender lo que consideran propio, por encima del bien común.

Hay otros efectos colaterales, entre ellos: el económico, que afecta a industriales, comerciantes y trabajadores honestos, quienes deben lidiar con la avalancha de irregularidades fuera de la ley y las consecuencias, sentidas en las economías empresariales y familiares.

Así, ante el empobrecimiento económico y más importante: el moral, aparecen los grupos rebeldes, que se niegan a continuar en el camino de la injusticia; y reflexione: ¿quienes más idealistas que los jóvenes?

En todos los casos, en el mundo y a través del tiempo, los movimientos sociales inician con altos ideales, luego, empiezan a ser infestados por grupos y personajes que, como parásitos, están al acecho de las oportunidades para aparecer y beneficiarse del esfuerzo ajeno. Ese es el mayor riesgo que se presenta ahora, ante el movimiento "Yo soy 132", que desde sus inicios ha sido acusado, sin evidencias, de estar dirigidos por los extremos nacionales, sean de izquierda o derecha.

En diálogos pasados, le he escrito mi punto de vista sobre el agotamiento de las oportunidades para reaccionar, de quienes detentan el poder; empezando por los malos empresarios, marcada minoría que han ocupado los espacios de toma de decisión coludidos con administradores públicos, buscando el beneficio para sí mismos y sus intereses, desatendiendo las necesidades de los demás; curiosamente, ellos mismos han reconocido los riesgos a futuro, incluyendo el deterioro del planeta, sin tomar medidas que "cuestan dinero", a pesar de tener conciencia de la herencia que dejarán al mundo y a sus propios íntimos, que será de deterioro y miseria.

Otros actores de este drama, que amenaza transformarse en tragedia: los políticos, que en la carrera por obtener más poder, han caído en su propia trampa, desactivando todas las posibilidades de reaccionar, a menos que quieran exponerse a provocar el fin de sus carreras. ¿Querrán?

La discusión sobre la corrupción es complicada; en la actualidad podemos observar movimientos en las estructuras sociales, donde se hacen alianzas estratégicas dañinas socialmente: políticos que se coluden con empresarios y empresarios que se transforman en políticos. Unos y otros, buscando defender sus intereses y reconociendo que el verdadero cambio ya no lo pueden promover, visto el grado de descomposición que vivimos. Piense en los casos que ejemplifican lo escrito.

Esos son algunos de los más sobresalientes ingredientes que componen el estallido social de los jóvenes. Ellos, ven copadas todas las oportunidades de alcanzar beneficios personales lícitos, tan elementales como trabajar, comer, vestir, tener una casa para habitar y crear una familia. ¿No le parece altamente doloroso?

Esperemos la evolución del movimiento, que se enfrenta a una maquinaria que tiene poder y recursos económicos para intentar detenerlos; en contraparte, los jóvenes cuentan con lo mejor de los seres humanos: la fortaleza de su edad y los motores de la aspiraciones de una vida mejor para ellos y los demás.

Pongamos mucha atención a la evolución.

Ydarwich@ual.mx

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