Profesores vs. diputados y senadores I
Entre el puesto que ocupa un profesor de escuela y el de un diputado de cualquier nivel, la diferencias son abismales. Ser profesor es ser del montón, es ser un virtual desapercibido entre los casi dos millones de mentores en el sistema de la SEP, mientras que diputados y senadores sobrepasan los 1,500, esto contando a los locales y los federales. Los senadores son 120.
El profesor, el verdadero docente, el de gis, pizarrón y banquillo, el que los lunes hace con los chiquillos honores a la bandera, el que les dice “buenos días, niños” al entrar al salón, el que ayuda al niño a tomar el lápiz para hacer aritos, lomitas, contar palitos y rayitas fuera o dentro del reglón, la maestra que revisa tareas que encarga un día antes, la que canta las tablas de aritmética, la que dibuja en el pizarrón y cuenta cuentos, la que consuela al niño que se resbala y cae, la que cura los raspones, el profe que con sus maltratados zapatos les muestra a los inquietos niños cómo se patea un viejo balón en la cancha de tierra o en el vil patio de la escuela rural, la profesora que limpia lágrimas al niño que llora por algún motivo, el maestro que va o asiste a la escuela mínimo 185 días del calendario escolar que marca 205 ó 200, el que viaja en burro, a caballo, en bicicleta o a pie en las sierras de Guerrero, Chiapas, Chihuahua y otros estados, o que toma dos autobuses en las ciudades para llegar a su centro de trabajo, ese profesor o profesora gana 2,400 pesos por quincena. En algunas zonas de la república el salario es un poco mayor; por un tiempo completo de secundaria o una doble plaza, puede ser hasta de siete a 9,000 pesos por quincena, como máximo.
Los profesores y profesoras que tildamos de flojos, de mal arreglados, de faltistas y otras cosas, y que para muchos tienen una profesión muy baja, esto pasa porque en parte así le conviene a la clase gobernante. El profesor está atado a un sindicato rapaz y corrupto que sólo sabe cobrar cuotas y no hace nada por mejorar el servicio médico (ISSSTE), un SNTE en manos de gánsteres y chantajistas, callejones sin salida llenos de avispas, alacranes con alas y aguijones envenenados, que dicta quién, cuándo, cómo y hasta dónde llegará el profe si se porta bien con los de arriba. O si hay rebeldía, su cambio como sentencia está dictaminada y la plaza será de baja categoría.
En cambio, ser senador o diputado de entrada implica un sueldo mínimo de 40 mil pesos por quincena; significa además tener fuero, entrar a su trabajo a la hora que quiera, en espacios confortables con aire acondicionado, con agua o refrescos a su disposición, contar con el servicio de dos o más secretarios o asesores. Y no mostrar ningún respeto a la bandera ya que en plena sesión se pelean y dicen cada leperada, importándoles poco el inmenso lienzo tricolor que hay en todos los recintos legislativos.
Todavía persiste la costumbre de muchos legisladores de dormitar en el sillón llamado curul. Y son pocos los senadores y diputados quienes participan en las ocasionales sesiones para tomar la palabra y pelear en tribuna, así como son nulas las iniciativas que sacan con provecho para el pueblo en general. ¿Quién conoce alguna? No la hay.
Continuaremos en la siguiente edición.
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