Son tiempos de optimismo y de plantearse buenos propósitos para el año que comienza. Podríamos iniciar con la dieta que seguiré para bajar el colesterol y los triglicéridos, de la disminución gradual y paulatina del número de cigarros que me fumo, del número de kilómetros que ahora sí caminaré diariamente o de los libros que ahora sí terminaré de leer. Todos buenos propósitos que a veces se cumplen y a veces no o algunos sí y otros no, pero lo importante es que hay la intención de mejorar nuestra calidad de vida, tanto física como mental. Este es un asunto más importante de lo que pensamos, porque si no hay la intención ni la voluntad de lograr un cambio, seguramente el año que entra estaremos haciendo los mismos propósitos hasta convertirlos en un círculo vicioso.
En el terreno ambiental sucede lo mismo, estoy convencido que los problemas ambientales que aquejan a nuestra Comarca Lagunera, tendrán que resolverse con la participación de todos los actores involucrados y desde luego con una sólida intención y voluntad política para llegar a acuerdos y a la aplicación de los mismos. Éste sería para mí el primer propósito, que constituye la piedra angular de las soluciones consensuadas, que debe buscarse hasta la necedad lograr este año la aproximación de los interesados y los primeros resultados concretos de su trabajo.
Si bien resulta poco probable resolver los graves problemas ambientales que padecemos en un año, el reconocimiento de los mismos y el inicio de la ansiada transición hacia un mejor medio ambiente serían prometedores. Aunque parezca una exageración señalar la necesidad de reconocer algunos problemas ambientales, no lo es, en el caso de la contaminación del aire la situación no sólo es grave también es absurda toda vez que no se cuenta con un sistema de monitoreo que informe puntualmente sobre la calidad del aire que respiramos. Estrechamente ligada a la contaminación del aire se encuentra una movilidad totalmente insustentable, con graves excedentes de vehículos motorizados y una escasa cultura de respeto a los peatones, a los ciclistas y a los señalamientos de tránsito. Este es un segundo propósito que se encuentra en el mismo nivel de prioridad que otros problemas más conocidos.
En la misma situación de desconocimiento se encuentran los servicios ambientales que los ecosistemas naturales proveen en forma de beneficios ecológicos, económicos y socioculturales, a la sociedad. Algunos beneficiosos ecológicos, desgraciadamente los más ignorados, tienen que ver con el mantenimiento de la salud de ecosistemas como las cuencas hidrológicas, de bosques riparios como los que se encuentran en los Ríos Nazas y Aguanaval, que permite la ocurrencia de otros servicios ambientales más conocidos por nosotros como la producción de agua de elevada calidad, evitar inundaciones, reducción de la erosión de suelo y de su potencial productivo, regulación del clima local, captura de carbono, la polinización entre muchos otros. La salud de los ecosistemas, requiere de quienes los usamos de ser conservados, de conservar la biodiversidad que contienen. Esta actividad va más allá de las áreas naturales protegidas, es necesario aplicar tecnologías que permitan la conservación de los bosques, de los pastizales naturales y de los matorrales, estos últimos desdeñados e ignorados por las políticas públicas. Este es un tercer propósito fundamental.
La transición se espera en la sobreexplotación actual del agua hacia un aprovechamiento sustentable, que considere como bien lo dijo Leonardo Boff, que "el agua es vida y la vida no puede ser una mercancía", y que por tanto no deba privatizarse. La solución de las graves concentraciones de arsénico en el agua se encuentra en este tipo de consideraciones. Este es nuestro cuarto propósito ambiental de año nuevo.