Columna del Seminario Diocesano
Una vida de gansos
Dicen los que saben y los han visto, que los gansos al volar en forma de v van creando un impulso a los que van al frente de la formación, pero cuando un compañero es herido o se enferma, al menos dos gansos abandonan la formación para acompañarlo hasta que se recupere o muera. Una vez que se recupera o muere regresan a la manada para continuar todos en equipo el trayecto de su camino. También se ha observado que los gansos se van relevando las posiciones para dosificar el esfuerzo y compartir las responsabilidades en la orientación del vuelo. Son unidos y saben trabajar en equipo.
La anterior es una buena metáfora que el ser humano. Si la meditamos, no me cabe duda que nos deja enseñanzas valiosas para su vida diaria. Como podemos observar en los gansos el compañerismo y la solidaridad son prácticas impregnadas en su vida diaria, en sus vuelos de cada jornada. Los gansos se unen para volar, todos aletean a un mismo ritmo y velocidad para apoyarse unos con otros.
Esta habilidad propia de grupos en los gansos y el comportamiento que tienen otros animales en manada son una suerte de cachetada blanca a nosotros, los seres humanos, que nos preciamos de civilidad y valores. Sin reflexiones y sin discursos, los gansos sencillamente han aprendido en miles de años que si son solidarios y trabajan en comunidad los resultados para cada uno ellos son mejores. Su ley es como la de los tres mosqueteros: todos para uno y uno para todos.
Por nuestra parte, ¿cuántas veces no hemos escuchado el grito de queremos paz y un mejor país? Pero inmediatamente le dejamos la tarea a otros, o al gobierno nada más. Por qué no unirnos y trabajar hacia un objetivo común como nos enseñan estas aves. No resulta tan difícil luchar por una causa común y tener un mismo ideal y más cuando ese objetivo requiere del amor al prójimo y la búsqueda de la paz.
El compañerismo y la solidaridad son actitudes que por naturaleza el hombre está llamado a desarrollar en su caminar lo que hace falta es el saber adecuar conjuntamente los valores empezando en nuestras propias familias con los niños y los jóvenes que son el futuro del país y el mundo. Si en todas las familias se empezara a fomentar prácticas comunitarias pronto todos lucharán por una misma causa o ideal.
Pienso que al igual que los gansos debemos tomar más en serio la unión y aletear juntos, como integrantes de una misma comunidad por la paz y un mejor país. Tal vez debamos comenzar en las familias, en el barrio o en nuestra calle. Pero comenzar ya, y a volar como nos enseñan los gansos.
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