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Pussy Riot

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La condena por vandalismo dictada en el juicio seguido en Rusia en contra de tres integrantes del grupo de música punk, Pussy Riot, pone en la mesa de las discusiones la determinación del límite que existe entre los derechos de libertad de cada individuo, y los derechos de sus semejantes.

Las tres mujeres irrumpieron en Misa en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, e improvisaron un concierto en contra del presidente Vladimir Putin y del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa, al que acusan de colaborar con el régimen. El hecho fue filmado en un video clip que aparte de las regalías que produzca a sus autoras, es fuente de encono social.

A la distancia geográfica y cultural, es difícil ponerse en los zapatos de los involucrados, sobre todo estando de por medio una mezcla de política y religión.

Jesús de Nazareth fundó una comunidad de fieles mediante un proceso que inició en el portal de Belén y concluyó en el sepulcro vacío de Jerusalén. Como Cristo no dejó testimonio escrito de propia mano, el acta de constitutiva de la Iglesia Universal consta en la Epístola a los Efesios redactada por San Pablo, judío de cultura griega y ciudadano romano, que después de perseguir a los cristianos adoptó y difundió la Fe, en un momento histórico en el que Roma conquistaba aquel espacio de cultura helénica.

A lo largo de los siglos se ha desarrollado en torno a lo que fue el Ducado de Moscú, un imperio geopolítico en el que el despotismo brutal es la regla, lo mismo bajo los diversos imperios de la antigüedad, que bajo las hordas de Gengis Khan. Los Zares hicieron grandes esfuerzos por modernizar el país, con resultados que no alcanzaron a consolidar y que contrastan con la expansión de la cultura política en occidente, que con el Código de los visigodos reconoció desde el Siglo VII en España, el principio de legalidad según el cual, "el Rey hará derecho (para gobernar) y si no hiciere derecho, no será rey..."

El despotismo ruso ancestral resultó ideal para el florecimiento del comunismo marxista leninista, que hizo de la estepa euroasiática un inmenso campo de concentración que gracias a la Providencia colapsó.

El respeto a la dignidad de la persona humana como imagen de Dios, la democracia, fruto de la sabiduría griega y el derecho romano base de la organización social, son ideas que a partir de la civilización difundida desde Bizancio, han permeado en las estructuras sociales y políticas de Rusia, pero con lentitud desesperante y a costa de enormes dificultades.

El imperio soviético cometió un genocidio que el Premio Nobel Alejandro Soltzenitzin cuantifica en cincuenta millones de muertos, y a resultas del ateísmo del régimen, la Iglesia se debatió durante el Siglo XX entre el control del gobierno y el martirio, hasta el punto de ser llamada Iglesia del Silencio.

Hoy día el pueblo ruso hace grandes esfuerzos por consolidar las libertades democráticas obtenidas a la caída de la cortina de hierro y como todo proceso de esa índole, tiene que luchar en contra de los emisarios del viejo sistema y los embates políticos, delincuenciales y comerciales derivados de la apertura.

El allanamiento sin razón de la Catedral de Moscú es una provocación incendiaria de la subcultura punk que nació asociada a la drogadicción y a la violencia, y no se justifica bajo el argumento del ejercicio del derecho de libertad en ninguna de sus formas.

Con independencia de los derechos que asistan a las ajusticiadas para impugnar la sentencia en su país o en los foros internacionales, el caso revela la existencia de una corriente mundial que se dice de izquierda, que usurpa la bandera de los derechos de libertad supuestamente ultrajados y presenta a los provocadores como víctimas.

Esa corriente que en México tiene sus adeptos, es cómplice histórica del comunismo marxista leninista, ha callado siempre frente a la dictadura de Fidel Castro en Cuba y otros rescoldos extremistas que aún arden para volver por sus fueros. Sostenida por fuertes intereses económicos y políticos, la corriente en cuestión se presenta como abanderada de las libertades individuales, cuya falsa defensa utiliza para hacer fracasar el avance gradual de los procesos democráticos, sembrando cizaña en el campo de entendimiento entre sociedades y gobiernos.

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